Mientras Steve Jobs, el creador de Apple y quien cambió el mundo con su aporte en el campo de la tecnología y la informática, fallecía víctima de un largo cáncer, para muchos pasaba inadvertido, no solo el hecho que su padre biológico fuera un inmigrante sirio, sino también una increíble decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que se refería precisamente a Siria.
En efecto, en virtud del veto ejercido por Rusia y China, dicho Consejo se veía privado de aprobar una resolución que venía siendo redactada desde el lejano mes de junio y que tenía por propósito condenar y sancionar al régimen sirio de Bashar Al Assad por la brutal represión contra su pueblo.
A la fecha los civiles muertos suman más de 3500 según diversos organismos de derechos humanos, pero la magnitud de la masacre parece no conmover al mundo.
Quizás muchos me reprochen el que ésta sea mi tercera columna sobre el mismo tema en cooperativa.cl.
El 4 de Mayo estrené mi participación en este espacio de debate público con la columna “La Maldita Primavera”.
En ella, intenté llamar la atención sobre la masacre que tenía lugar por parte de tropas y tanques del ejército sirio contra su población civil ante el evidente silencio cómplice del mundo.
En ese momento los muertos producto de la represión siria ascendían a “sólo” 800 civiles aproximadamente.
Recordé en aquella ocasión lo acaecido en la ciudad siria de Hama, a comienzos de la década de 1980, cuando, tal como hoy, el gobernante sirio Hafez Al –Assad, padre del actual Presidente, reprimió brutalmente las protestas públicas que habían surgido, ordenando a una compañía de tanques T-62 ingresar a la ciudad en lo que denominó una “operación de limpieza” y en la cual barrios enteros fueron arrasados por los tanques y según Amnistía Internacional entre 10 mil y 25 mil civiles fueron masacrados.
Con posterioridad, el 4 de Agosto pasado, en la columna “En la ruta de Damasco” busqué nuevamente llamar la atención sobre la brutalidad de lo que ocurría en Siria.
En ese entonces los muertos ascendían a más de 2000, cifra probablemente insuficiente para justificar la intervención de la ONU o el repudio del mundo.
Existían, sin lugar a dudas, situaciones mucho más apremiantes que las matanzas sirias, como quedó en triste evidencia en la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado mes de Septiembre. Virtualmente ni una palabra para Siria y su represión y sí muchos discursos para otras causas.
Ahora, los muertos ya suman casi 3500. Hay miles de detenidos y más de 10.000 desplazados a la frontera con Turquía.
Sin embargo, al parecer el número es aún ínfimo para conmover a Rusia o China que con su veto impidieron aprobar la resolución condenatoria. Tampoco parece ser suficiente lo ocurrido hasta la fecha para que evitar que miembros del Consejo de Seguridad como Brasil e India se abstengan.
No deja de ser significativo que en momentos en que muchos, incluido Chile, han apoyado modificaciones al Consejo de Seguridad para permitir su ampliación e incorporación de otros actores, precisamente como Brasil e India, estos países den una muestra pasmosa de oportunismo en materia de derechos humanos.
Es llamativo que todo el grupo de países emergentes denominado BRIC (por las iniciales de Brasil, Rusia, India y China) se alinee sistemáticamente en forma antagónica con los EEUU y la Unión Europea. Ello no importaría tanto en materias económicas u otras, pero es de la máxima relevancia cuando se trata del organismo supuestamente encargado de velar por la seguridad en el mundo.
¿Como es posible que estos países –BRIC- se abstuvieran a la hora de intervenir en Libia, y que ahora se opongan o abstengan para condenar las violaciones a los derechos humanos en Siria, avalando la represión contra la población civil que allí tiene lugar de manera escabrosa?
Coincidentemente son los mismos países que apoyan directa o indirectamente el desarrollo del programa nuclear de Irán: Rusia proveyendo incluso centrales nucleares, Brasil respaldando a Irán en foros internacionales y socavando el régimen de sanciones que la ONU desde hace largo tiempo intenta imponer.
Por lo mismo, no debe sorprender el apoyo de estos mismos países a la unilateral petición palestina de incorporarse a la ONU.
El doble standard de los países que conforman el BRIC, constituye una burla a la institucionalidad internacional, y evidencia la fragilidad de la misma.
El mundo se mueve por intereses y no por convicciones, y es triste constatarlo, los DDHH que para muchos debieran ser intocables y absolutos, son en realidad relativos.
Dependiendo de quién sea el acusado y quien la presunta víctima será también el tratamiento que los organismos internacionales le dispensaran.
Como ha quedado en evidencia en Siria no rige la declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ni los organismos internacionales tienen competencia para intervenir allí, pese a la masacre que tiene lugar a vista y paciencia del mundo
Definitivamente algo huele mal en Damasco, pero aun más mal en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, y en ello lamentablemente tienen responsabilidad los países que conforman el BRIC.