“La única gran tendencia de la derecha es la xenofobia; la única gran tendencia de la izquierda es la búsqueda de una vida de consumo sin contratiempos.” (Alain Touraine)
ZP enfrentó este martes 23 el último “Debate (extraordinario) de la Nación”, esta vez con más ironías que descalificaciones, claro está. Haciendo gala de las tareas hechas/deberes cumplidos y con el acostumbrado comienzo protocolar y light, que en nada hacía presagiar el baldón de agua fría que se cernía sobre las políticas sociales y el Estado del Bienestar de este país.
Primeramente, señaló con todo donaire y no menos jactancia, en medio de su acostumbrada sobre actuación, “que España era el país de la región que más había “re-cortado” el déficit fiscal”. Cuestión que, ante la absoluta carencia de debate público y no de poca manipulación sobre el particular, suena bastante bien en realidad.
Suena bien, pero solo eso. Porque en verdad lo que subyace a esa grandilocuente eficiencia retórica es que este gobernante ha sido virtualmente secuestrado, sino abducido, completamente, por los mercados financieros globales.
Manifestando inequívocos síntomas de padecer el “Síndrome de Estocolmo”, pues de lo único que se trata toda esta parafernalia en definitiva es “de calmar a tales mercados y poder conseguir préstamos a intereses más bajos, mediante la venta de los bonos (españoles)”, como ha señalado Vicenç Navarro el veterano y preclaro catedrático catalán de políticas públicas.
Desde hace casi dos años cuando se “da vuelta la chaqueta” (el bullado giro copernicano) ha convertido los déficits, envés del empleo, en el tema central de su accionar y su discurso: el “fetiche del déficit”, que ha monopolizado la crisis a costa de los que tienen menos y del electorado de su Partido, al que lisa y llanamente ha hecho trizas.
Porque su “brillante” cumplimiento de deberes se ha traducido en la más brutal agresión a los derechos fundamentales y el bienestar de la ciudadanía, léase reducción de gastos en materia de congelación de las pensiones, la reducción de los salarios y empleos públicos, más recortes vía del gasto público, rebajas de sueldos y pensiones.
O sea, pegándole duro al exiguo Estado de Bienestar español, el que dicho sea de paso, está a la cola de los países de la zona euro en materia de gasto social per cápita.
Sin siquiera oír lo que han dicho todos los entendidos en la materia, el déficit no se reduce recortando el gasto social, sino todo lo contrario con más gasto social, especialmente el destinado a la eliminación del desempleo, la mayor de las plagas que está consumiendo los pulmones estériles de millares de españoles, especialmente de los más jóvenes y de los migrantes.
Pregunta al canto. ¿Por qué no redujo el déficit vía aumento o subida de impuestos y vía reforma fiscal como haría cualquier socialista o socialdemócrata que se precie de tal?
O dicho de otro modo, ¿cómo es que un mandatario socialista enfrenta la peor de las crisis con un elevadísimo costo social, a partir de un recetario de derechas (conservadoras y neoliberales)?
Esto sencillamente no lo entiende ni Dios, como dicen por estos lados.
Es que no tiene desperdicio la cantidad de dinero que España deja pasar vía sus regresivas políticas recaudatorias y vía fraude fiscal.
Tan sólo si tuviera, por ejemplo, las mismas políticas fiscales que Suecia recogería 200.000 millones de euros. Y si hubiera más gente trabajando en el sector público del 9% pasaría al 25% como Suecia, se habrían creado 5 millones de empleo. ¡Bingo!
Dado que la semejante regresividad fiscal española, junto con a su escaso impacto redistributivo, lo único que consigue, según los entendidos, además de protección a las rentas del capital y a las rentas superiores, es favorecer el escandaloso fraude fiscal, que representa para el erario público 82.000 millones de euros.
Suma y sigue: los 22.000 millones anuales que representa para este país el fraude de los “paraísos fiscales”, al estilo del perpetrado por el “Clan Botín”.
Entonces, ¿dónde está el déficit?
No obstante todo lo anterior, en este último “Debate de la Nación” ZP, “genio y figura hasta la sepultura”, se jugó su última y peor carta, dejando de manifiesto que “muere matando”(¿cuáles son sus enemigos?), porque a renglón seguido de la (superflua) propuesta de la baja del IVA aplicable a la compraventa de viviendas nuevas (pasará del 8% al 4% durante absurdos cuatros meses hasta el último día del año) que va en directo beneficio de los que tienen dinero y de los bancos, disparó un verdadero misil al Estado del Bienestar español: la reforma de la constitución para poner límite al déficit público. Que viene a ser algo así como la perpetuación del recorte al gasto social.
Una propuesta (indecente) que traía cocinada del brazo de su máximo rival, el líder de la oposición y seguro futuro presidente del gobierno Mariano Rajoy, quien hace un año la había propuesto y fue rotunda y categóricamente rechazada por el gobierno en pleno.
“¡Donde dije digo, digo Diego!”. ¡Qué razón tenía Sabina cuando dijo “este no es el Zapatero que retiró las tropas de Iraq y concedió el derecho de matrimonio a las personas de igual sexo!”.
Y para mayor sorpresa, según ha trascendido, la otrora supuestamente imperfectible Carta Magna española, estaría modifica (¡menuda falta que le hace!) de modo exprés y sin referéndum, en no más de dos semanas.
Sabemos que la recomendación, “para calmar a los mercados”, como dijo la ministra Salgado, sin mover un músculo de cara, vino desde París y Berlín, y cuenta entre sus sinceros propósitos, según manifestó, el propio ZP, después del escabroso anunció: “fortalecer la confianza en España de los mercados financieros a mediano y largo plazo”.
Además añadió muy sueltamente que: “Estamos haciendo un trabajo que será una buena señal y un buen camino de futuro. No va a arreglar el empleo ni la crisis, pero es un buen camino”
Sin embargo, lo verdaderamente grave de la medida, además del knock out propinado al esmirriado y zarandeado Estado del Bienestar español (calificado por el 15-M “como otro Golpe de Estado financiero”) radica en el hecho de que una medida de semejante calaje- que compromete tan seriamente el bienestar de la ciudadanía- y adoptada de manera inconsulta al pueblo español y cupularmente constituye un acto peligroso y profundamente antidemocrático. Agravado ostensiblemente cuando recordamos que estamos en presencia de una de las democracias menos participativas de la UE.
Afortunadamente, ante tal afrenta al espíritu democrático la conciencia pública española no se ha hecho esperar, son innumerables las reacciones que emergieron a penas terminado el “debate”.
El diputado Llamazares ha calificado este hecho como una verdadera “amputación al estado del bienestar” y fue uno de los primeros en hablar de llamar al referéndum.
Entre las más espectaculares de las reacciones, por un lado, se cuenta la de su heredero Rubalcaba, que señaló un tanto frívolamente, enfrentando a las cámaras: “Ayer me convenció cuando dijo que tenía un acuerdo con Rajoy”.
Por otra banda la respuesta de los neo movimientos sociales españoles (DRY, M-15, etcétera), que a través de la Red han hecho sentir su profundo malestar con el anunciado de pacto de reforma constitucional. Cabe destacar que la website promovida por parte de Vicenç Navarro, en pocas horas sobrepasaba las 17 mil firmas manifestando el descontento con los anuncios y pidiendo el llamado a referéndum.
Finalmente, creemos, sin exageración, que estamos asistiendo (con un tan sorprendente como esperado aliado) al final del Estado de Bienestar español, al triunfo del pensamiento único y de las derechas (neoliberales y conservadoras), las que ya han abierto temeraria e incipientemente la puerta a la intolerancia y al odio.
El siguiente paso ya lo conoce el sufrido pueblo español.