El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de anunciar esta mañana que adelanta al 20 de noviembre las elecciones generales previstas para marzo de 2012.
Ese día, en el que se cumplirán 36 años de la muerte del dictador Francisco Franco y 75 del fusilamiento en la prisión de Alicante de José Antonio Primo de Rivera (fundador del fascismo autóctono –Falange Española), los ciudadanos españoles elegiremos a los 350 diputados que posteriormente designarán al sucesor de quienes sus publicistas y el odio de la extrema derecha convirtieron en ZP.
Desde que a principios de abril comunicó ante el Comité Federal del Partido Socialista Obrero Español que no volvería a encabezar su cartel electoral y desde la histórica –por aplastante- derrota socialista en los comicios municipales y regionales de mayo, España vive en una permanente y encrespada campaña cuyo horizonte ya ha quedado definido.
A pesar de que esta semana el Centro de Investigaciones Sociológicas ha expuesto en su sondeo periódico que la ventaja entre el derechista Partido Popular y el PSOE se ha reducido de diez a siete puntos porcentuales tras la designación por aclamación como candidato socialista a La Moncloa de Alfredo Pérez Rubalcaba (un profesional de la política con un perfil similar al del pánzer José Miguel Insulza), la percepción que se respira en las calles es que Mariano Rajoy conquistará por fin el Ejecutivo, tras sus derrotas ante Zapatero en 2004 y 2008.
Si se cumplen los pronósticos que arrojan todas las encuestas, el PP copará las mayores parcelas de poder político de que ha disfrutado una organización desde el fin de la dictadura.
Algunas encuestas vaticinan incluso que alcanzará la mayoría absoluta, aunque de todos modos no tendrá problemas en gobernar con la coalición nacionalista conservadora catalana, CiU, con quien, más allá de la aparente disputa por el eterno conflicto identitario, ha forjado un acuerdo tácito de apoyo recíproco en los ayuntamientos de Barcelona y Badalona, así como en el Parlamento autonómico.
Desde su retorno al Palau de la Generalitat a fines del pasado año, CiU ha aplicado un severísimo plan de recortes sociales que ha despertado la indignación de aquellos sectores que defienden una sanidad y una educación públicas de calidad.
Del PP sólo podemos esperar, en definitiva, un endurecimiento de las medidas con las que Zapatero y el PSOE han castigado, desde el dramático viraje de mayo de 2010, a los trabajadores y a las clases medias.
Los poderes económicos y financieros y las clases dominantes podrán seguir contemplando la crisis como una bendición que ha desarmado definitivamente a la socialdemocracia y que mantiene adormecida a las grandes mayorías que, como en el resto de Europa, están votando, paradójicamente, a las derechas, cuyas recetas nos abocaron a una crisis sistémica sin parangón desde el “crack” de 1929.
Ante este escenario, la tercera fuerza política, Izquierda Unida (liderada por el Partido Comunista de España), ha lanzado una amplia Convocatoria Social para construir, a partir de una amplia participación ciudadana, un programa político para hacer frente a la crisis y ha convocado al conjunto de fuerzas situadas a la izquierda del Partido Socialista a tejer un frente político unitario.
Evidentemente, esta opción no será una alternativa de gobierno el próximo 20 de noviembre, pero si cuaja (y sólo si cuaja) la llamada “Refundación de la Izquierda” (un interesante proceso participativo en marcha desde hace dos años) en pocos años la izquierda sí podrá ser decisiva en el escenario político, como lo será seguramente en las próximas elecciones presidenciales francesas (abril de 2012) tras la creación del Front de Gauche entre el PCF y un sector del Partido Socialista Francés.
En el horizonte tenemos un otoño político apasionante: las acciones masivas y muy imaginativas del movimiento 15-M, que ha convocado una jornada de lucha internacional para el 15 de octubre, las movilizaciones convocadas por sindicatos de clase como Comisiones Obreras y la concreción programática y unitaria de la Convocatoria Social lanzada por IU.
Enfrente, el Partido Socialista celebrará una conferencia política el 1 de octubre para intentar apuntalar el liderazgo de Rubalcaba y recuperar al menos a una parte de su electorado para evitar una nueva catástrofe.
Más allá, Rajoy acaricia el sueño de retornar a La Moncloa, pero en esta ocasión como titular y no, como entre 1996 y 2004, en las funciones de “valido” de José María Aznar.
La noche del 9 de marzo de 2008, cuando volvió a perder con Zapatero y se asomó al balcón de su partido en la madrileña calle Génova para saludar a sus seguidores, nadie hubiera asegurado que contaría con una tercera oportunidad, menos aún que arribaría finalmente a la Presidencia del Gobierno.
Sin embargo, la claudicación de Rodríguez Zapatero ante las autoridades financieras de la Unión Europea y ante el chantaje de “los mercados” ha extendido una larga alfombra azul por la que Rajoy pasea plácidamente, sin hacer ruido y con un discurso absolutamente “blanco”, hacia La Moncloa.
El 20 de noviembre, a diferencia de 1975, la derecha sí podrá festejar.