“Soy persona, hijo de Dios, hermano de lo humano, tutor de lo creado y lo
inventado, padre de hijas. Me relaciono mediante la solidaridad, ese nuevo enfoque del amor social, una solidaridad que quiere ser productiva. En mi alma y en mis acciones están lo italiano y lo chileno así como lo latinoamericano y lo europeo, sin negarle un espacio suficiente a lo universal. Soy el periodista, el político, el músico pendiente, el escritor incipiente, el Audino intransigente”.
“Aún sueño con ideas y proyectos porque muchos se me han cumplido y ya son
parte de mi historia. Rechazo con rapidez instintiva los mitos sociales. Mi mejor relación con la historia se manifiesta en lo que los chinos llamaban tan graciosamente el revisionismo. No creo ni en el Che, ni en el descubridor Diego de Almagro, ni en el dogma de la propiedad privada. Pero los respeto a todos. Después de todo, son obras humanas. Por eso, siguiendo los pasos de Don Luigi Sturzo, el fundador del primer colectivo demócrata y cristiano en el mundo (1919), vivo para hacer confluir todas mis partes y mi conjunto hacia el mejor norte, El Bien Común”.