Ha surgido una declaración pública de “Integrantes del Senado Universitario” que se definen como rechazadore(a)s de las tomas en la Universidad de Chile. Hay muchas otras declaraciones en el mismo sentido oficiales, oficiosas y ofidiosas (de ofidio = serpiente, viperino).
Las tomas a las que creo que se refieren (con lo de Vidal o Jara uno ya tiene que precisar nítidamente a qué tipo de toma o agarre se refiere) son tomas de dependencias físicas de Casa Central o de Torre 15. Por otra parte, se empeñan en el Senado Universitario y ciertos grupos de académicos en discutir un nuevo Estatuto y su validez. Discusión irrelevante porque se deberá replantear cuando la ley de Educación superior que se prepara para este segundo semestre esté publicada.
Pero, sinceramente, ¿es la universidad en Chile y en el mundo constituida substantivamente por un sitio físico, dependencias administrativas, planillas de datos y sueldos, ajustes económicos, triestamentalidad, biestamentalidad, mono estamentalidad no-estamentalidad, Estatuto o legalidad?
¿A tan bajo o impertinente hemos llegado? ¿Dónde quedó la comunidad (común unidad) de maestros y discípulos en búsqueda de la verdad, bondad y beldad? ¿Renunciamos a ella por estos otros caracteres irrelevantes, menudentes y accesorios?
Ganó entonces el monstruo de la Dictadura Militar-Mercantil-Pinochet, monstruo exuberante, adefésico, esperpéntico, antiestético, inmoral, anti-intelectual, sólo comparable al surgido de una afiebrada violación que el Palacio del Terror hizo a la indefensa Corte de los Milagros.
La universidad en el mundo hace rato que dejó de tener esas características físicas radicada en locales, administrativas, económicas o de funcionamiento. La acción universitaria en su universalidad de actividad mental comunitaria es (valga la redundancia) realmente universal, está preferentemente distribuida espacialmente y temporalmente en el espacio mental de múltiples actores conectados (en la actualidad) mayoritariamente en forma virtual.
No es posible tomársela física, administrativa o económicamente (esto es lo que trató de hacer la Dictadura Militar-Económica para destruirla: reemplazar la academia por el dinero o control administrativo).
Además no está radicada en una planilla de sueldos, ni en una función administrativa, ni siquiera en los integrantes “asalariados” de esa institución rígidamente acotada. La mayor parte de la creación universal (la única función imprescindible de la universidad) se realiza por equipos extensos de muchas partes del país y del mundo, sin demarcación discreta y con componentes grandes virtuales.
Contrariamente a la idea de oponerse a la verdadera toma de la Universidad, yo proclamo y llamo a esa verdadera toma de la academia. Llamo a empoderarnos a apropiarnos con la mente y el corazón de la comunidad a la que pertenecemos, de su misión de creación y transmisión de cultura universal, de desplazar de esta comunidad los fines mercantilistas a los que la LOCE y la LGE la han reducido.
Nosotros somos los únicos que podemos construir esa comunidad y garantizar a Chile su acceso plural y equitativo a la intelectualidad, estética, ética y humanidades para que permita a la juventud chilena la posibilidad de desarrollarse autónomamente con esas exigencias en lo más alto que la humanidad o la especie Homo sapiens tiene. Llamo a esta toma mística y profunda, nosotros somos la universidad (en realidad deberíamos serlo pero no nos atrevemos, atrevámonos a serla) la única manera de derrotar al monetarismo, legalismo y administrativismo).
Hay que hacer la distinción de quién está sirviéndose de quién. O la Academia manda sobre el Mercado y al dinero y los pone a su servicio (y eso debe reconocerse en una nueva ley de universidades y de educación y por ende en una nueva constitución no mercantilista) o el Mercado manda, subyuga, determina o concede a la Academia lo que para el le es necesario (la situación actual). No hay términos medios ni entendimiento. Son vectores que van en sentidos contrarios ¡Basta ya de la humillación, vejación y destrucción de la Academia por la Dictadura Mercantil!
Si el Gobierno quiere mandar un proyecto de ley de Educación Superior al Parlamento, debe no sólo consultar a los cuerpos académicos gremiales existentes, debe “obedecer” a la sabiduría y a la experiencia académica que es la única que sabe cómo se vive y hace academia y cuáles son los contextos económicos para su desarrollo armónico sin desnaturalizarse o sufrir agresiones vitales; esperemos que no ocurra lo del Estatuto docente y que el proyecto de ley salga desde las bases académicas y sea claramente anti mercantilismo educacional.
Ya se ha visto como proceden, consultan por aquí y por allá a quienes quieren y luego dicen que han tomado la opinión. Por eso no pueden solucionar el problema del Magisterio que quiere término del mercantilismo neoliberal educacional y el proyecto enviado al Parlamento sigue siendo en lo fundamental mercantilista y no docente.