Noticia. Tres jóvenes, dos arrestados y uno fugado, deben pasar su primera noche por acto voluntario y consiente en un recinto policial, con padres atemorizados de su suerte.
Causa: pintar carro del metro con grafitis y ser detenidos por personal de servicios de vigilancia y policía.
Condición: parar intencionadamente un tren del Metro mediante la utilización del freno de emergencia.
Ubicación de los sujetos: último carro del Metro, seguramente elegido para darse más tiempo.
Tiempo de detención: justo cuando el tren se detiene normalmente en una estación, a lo cual se le imprime el mecanismo del freno automático para hacer más extenso dicho tiempo de detención.
Tiempo para llevar acto de la denominada pintura artística: más que un tiempo necesario del utilizado comúnmente para estos efectos de subida y bajada de pasajeros; igual, más tiempo para cometer la fechoría.
Defensora pública: fue una chiquillada.
Padres: estamos muy molestos ¿y qué más?
Juez(a): no pueden entrar a la estación en donde cometieron la chiquillada durante por lo menos 30 días.( ¿no existen otras estaciones del Metro donde se pueda hacer lo mismo?)
Peligros: para los guardias del Metro, para los tiernos muchachines correr por las vías del Metro.Nada muy importante, podría haberse electrocutado uno de ellos, pero nada que resaltar.
Costo para la Empresa: a lo menos quinientos mil pesos. ¿Quién los paga? El Estado, la empresa, los padres, los chiquilines, los usuarios.
Duración de la noticia en los medios, ¿20 segundos?
Sistema de sanción aplicado (premio o castigo): una simple amonestación.
Y podríamos seguir obteniendo elementos de este simple hecho social, producido por jóvenes que seguramente estarán en días próximos en otros eventos de carácter social, en donde su presencia quizá sea más notoria en contra del sistema imperante. Sistema que no solo está compuesto por elementos de carácter económico, especialmente en su concepción del Mercado, como dios único, sino por una cultura de la desatención de la formación de las nuevas generaciones.
Es la cultura conformada por los padres de hoy, criados como hijos del Dr.B. Spock (“hay que dejar que los niños hagan lo que quieran para cuando lleguen a adultos sean libres”) que dejan que sus hijos se formen sin límites, sin normas y sin valores que los molesten.
No vaya a ser que el niño o la niña, ese chiquillo tan simpático y con cara de bonachón (o enojado perpetuo), se enrabie y no nos ofrezca más sus afectos, que tanta falta nos hacen hoy día a los que ya somos adultos. Preferimos darles el beneplácito en todo a verlos enojados, pues nos dejan huérfanos de los afectos que seguramente el Dr. Spock recomendó a nuestros padres y a los pediatras en términos de una formación no normativa.
Lamentablemente, para muchas generaciones que “dejan hacer” a sus hijos lo que ellos quieren, esto tiene un precio. En la noticia, los padres decían que estaban molestos. Suponemos que después de esa declaración a la TV se habrá seguido una plática con una mayor dosis de normatividad y aplicación de sanciones. En caso contrario, esos chiquilines no pintan para ningún Premio Nobel de la Paz.
Pasa lo mismo en el sistema escolar en donde muchos profesores, padres y apoderados prefieren “dejar hacer” para no acarrearse problemas con ellos o con aquellos que los representan. Se genera así un círculo vicioso que no termina si no hay una palabra, una autoridad, que muestre los límites de las relaciones inter sociales, de respeto por el otro, por los bienes comunes, de orientaciones normativas y valóricas, de afecto y cariño en abundancia, pero con firmeza de carácter y personalidad.
Quizá sea esta una tarea que hoy deben ocupar los padres y apoderados de nuestro sistema educacional, como primera faena de cooperación con la tarea educativa de los profesores, que muchas veces se ven desbordados no por sus incompetencias técnicas, sino por el fruto que deben enfrentar en sus pupilos y que normalmente viene con ellos desde sus propios hogares.
La cultura de la familia se trasmite a la escuela, así como la cultura de la escuela se trasmite a la familia misma y al barrio para desembocar, con el tiempo, en la sociedad global. Por lo mismo ¿en el ejemplo tratado, estamos frente a una simple e inocente chiquillada?