Han terminado las vacaciones de invierno, y las experiencias de los niños y las niñas en este tiempo han sido muy diferentes, dependiendo del nivel socioeconómico que tengan las familias y de cómo ellas consideren debe enfocarse este periodo.
Si los/as párvulos asisten a un buen jardín infantil, basado en sus necesidades y características, donde el juego, el descubrimiento, la creatividad y el encuentro con sus iguales son algunos de sus focos principales, en realidad no necesitarían de un período de “vacaciones para “descansar”.
Ahora si por vacaciones se entiende un cambio de rutina,donde los/as niños/as puedan compartir con su familia haciendo diversas actividades de su gusto y que les aportan en diversos planos, ¡bienvenidas sean las vacaciones! , pero, ¿sucede eso?
Mirando los parques, restaurantes, algunos centros de recreación y descanso, además de la televisión, vemos que las experiencias son muy variadas y no todas las más adecuadas.
Es lamentable que las familias no puedan disponer de tiempo- en muchos casos- para compartir actividades con sus hijos/as, aspecto de desarrollo social que deberíamos revisar como país.
De esta forma, muchos niños y niñas pasan en el hogar sólo con alguien que los cuida, viendo principalmente televisión, la que carece casi de programación para párvulos. En otros casos, tienen que ir incluso a los lugares de trabajo de madres y/o abuelas, donde no siempre hay condiciones para que estén adecuadamente compartiendo con ellas.
Otros grupos de niños/as, tienen como labor principal“hacer tareas” y llenar planas y planas de trazos, letras o números, concepto que- como tal – no existe en una buena educación parvularia. Es fundamental que los/as niños/as hagan otras actividades en su hogar, creativas y generadoras de otros aprendizajes interesantes.
Los que pueden contar con alguien de su familia para salir, pueden tener experiencias que van desde ir al parque, al zoológico o, en mejores casos,asistir a algunas de las exhibiciones –no baratas – que diversas compañías realizan.Entre ellas, hay algo de teatro, música, que siempre tienen un público más bien restringido.
En parques y restaurantes, sobre todo, se observa otra situación;un nuevo objeto bate récord, los tablets o, en el peor de los casos, un celular con juegos. Llama la atención la habilidad que tienen los/as niños/as para ello, y se observa cómo con sus deditos se manejan en toda la simultaneidad que estos programas ofrecen. Son “nativos de la pantalla”, como los han llamado algunos especialistas.
El problema está en las guaguas. Hemos visto en centros recreacionales y restaurantes, cómo a bebés desde un año se les da de comer con una película de dibujos animados al frente, sin que haya un compartir con sus padres; menos aún hay diálogo, lo que los hace estar ausentes totalmente de todo lo que ocurre a su alrededor.
Ante ello, nuevamente reiteramos que los principales aprendizajes que deben desarrollar los/as niños/as en sus primeros tres años de vida, deben ser concretos en contextos reales, donde deben descubrir las características del mundo que los rodean.
Por lo dicho, y considerando que estamos en un período de Reforma Educacional, es importante revisar el para qué de la educación y -a partir de ello-el qué y el cómo sería importante reflexionar en conjunto sobre cómo avanzar en una sociedad realmente formadora, donde favorezcamos tiempos y espacios propicios para los niños y las niñas.
Ludotecas, centros de exploración, bibliotecas, museos, espectáculos educativos gratuitos y adaptados a su etapa deberían ser las opciones de los/as niños/os pequeños en toda “vacación”.