En los últimos días se ha debatido a través de algunos medios de comunicación, uno de los cambios que en nuestra comuna estamos haciendo para mejorar la educación, y que tiene que ver con asegurar que quienes realizan labores educativas tengan, efectivamente, conocimientos de pedagogía y vocación de maestros, lo que apunta a dignificar y poner en su real valor social el rol de uno de los protagonistas principales del proceso de enseñanza aprendizaje.
A pesar de lo lógico que esto suena, ha sido tremendamente resistido por algunos sectores y personas que sin conocer el contexto de esta decisión se han lanzado contra la misma tildándola de una medida sobre ideologizada y no académica y de política pública como lo es en realidad.
En este escenario parece recomendable compartir con la opinión pública algunos elementos centrales del diagnóstico realizado al inicio de nuestra gestión, las más importantes medidas tomadas para revertir las tendencias no deseadas con las que nos encontramos y algunos de los resultados que hemos logrado en este primer año de gestión.
Respecto de la línea base con la que nos encontramos, es bueno destacar que Recoleta evidenciaba en los últimos 12 años de gestión una política pública absolutamente descomprometida con la educación pública. De hecho, se cerraron colegios, la matrícula bajó a razón de 10% cada año y los resultados en las pruebas y mediciones también fueron bajando cuando no lograron mantenerse en el magro nivel en que se encontraban.
Como si fuera poco, el clima organizacional reinante en el sistema educacional no contribuía en nada al desarrollo de la educación pública comunal mientras surgían unidades de negocio privados, dedicados a la educación que iban año a año absorbiendo la demanda educativa comunal.
No existía proyecto educativo, ni comunal ni por unidades educativas, que permitiesen, en consecuencia, una gestión coherente con las necesidades de la comunidad educativa.
Tampoco existían capacitaciones a los profesores, ni manuales de convivencia actualizados, ni pertinentes con el Proyecto Educativo y con nuestra gestión, ni actividades de desarrollo extraescolares ni convenios de desempeño con estrategias de seguimiento adecuadas que permitieran evaluar a los directores. Las organizaciones de padres y alumnos que existían eran sumamente débiles y carecían de protagonismo alguno en el proceso de enseñanza aprendizaje.
El ejemplo más elocuente del resultado de la política educacional de la UDI en Recoleta era el Valentín Letelier, Liceo emblemático que llego a tener más de 2000 alumnos y que a esta administración llego con 138 matrículas y a punto de ser vendido a alguna casa de estudios superiores.
En este contexto, seguir haciendo lo mismo e insistir en la inercia de deterioro, lo único que nos aseguraba, era seguir obteniendo los mismos resultados y eso era algo que nosotros no nos podíamos permitir. El sistema educacional de Recoleta necesitaba de cambios radicales para sobrevivir y los cambios de esta naturaleza, claro está, generan ruido, temor, inseguridad y resistencia.
Partimos por elaborar un diagnóstico de cada establecimiento y elaborar un plan estratégico tentativo que ponía énfasis en 6 ejes estratégicos (currículum, convivencia, evaluación, didáctica y calidad), a la espera del que debía surgir de la participación temprana y vinculante de toda la comunidad escolar.Fijamos metas claras a los directores elegidos, considerando la realidad de cada establecimiento.
Establecimos un programa para dotar a cada establecimiento de un Directorio Colegiado, de Mesas Socioeducativas, de un comité de Convivencia Escolar y de Manuales de convivencia, logrando a la fecha instalar cada uno de estos elementos en el 100% de nuestros colegios a excepción de los Directorios Colegiados que lograron constituirse en el 94% del total.
Promovimos la Organización de la comunidad escolar, fortaleciendo los Centros de Padres y logrando un 100 % de colegios y liceos con Centros de Alumnos, todos ellos con estatutos elaborándose de manera participativa en cada unidad educativa.
En otro ámbito, pasamos de no tener evidencia sobre el desarrollo de actividades extraescolares en nuestros colegios a tener en todos ellos, talleres de música, ajedrez, baile, deportes y robótica, dando origen, por ejemplo, a la primera feria científica de los colegios municipalizados. Todo lo anterior con cerca de 10 mil beneficiados directos.
Avanzamos significativamente en nuestro objetivo de volver a relacionar nuestro sistema educacional con la comunidad transformando nuestros colegios, fuera de los horarios de clases, en verdaderos centros de desarrollo social y cultural, a través del Programa Escuelas abiertas, que buscaba acompañar y orientar a las personas y organizaciones sociales en la utilización de estos espacios con fines formativos, deportivos, culturales y recreativos, logrando con ellos aumentar el nivel de identificación de la comunidad con sus escuelas y al mismo tiempo mitigando la falta de espacios y sedes comunitarias, tan necesarias y al mismo tiempo, tan insuficientes.
Cabe destacar que en este programa llegamos a más de 16 mil beneficiarios directos, con un 57% de actividades puntuales, un 29 % de actividades periódicas y un 18% de actividades permanentes.
De todas ellas, un 70% fueron organizadas por la comunidad y un 30%, por la Dirección Comunal de Educación. El horario de funcionamiento de este programa es entre las 17:00 y las 22:00 hrs. Cabe destacar entre estas actividades el Preuniversitario Popular realizado con el Centro de Desarrollo Social y Cultural La Chimba, el que atendió gratuitamente las necesidades de más de 300 alumnos vulnerables de nuestra comuna.
También pasamos de no tener evidencia de capacitaciones a tener un 46 % de profesores capacitándose y con un 26% obteniendo certificaciones de las mismas. De la misma manera se estableció en $300.000 el salario mínimo para los asistentes de la educación y un 13 avo de sueldo a quienes cumplan metas de permanencia y continuidad, lo que ha mejorado significativamente el clima organizacional de nuestras escuelas.
Los próximos pasos, contenidos en lo que se conoce como contrato sicológico institucional, incluyen establecer un equilibrio en los contratos docentes, entre horas lectivas y no lectivas, ubicando la relación entre ambas en 50/50, de tal manera de privilegiar la preparación de las clases, su evaluación, el trabajo en equipo y la atención hacia alumnos, padres y apoderados.
Además de considerar un co – docente en aula para todo aquel profesor con más de 35 alumnos, además de instalar profesores tutores que apoyen a quienes lo necesiten, de manera de fortalecer las capacidades docentes de nuestros equipos.
Todo lo anterior ha generado gran impacto en el sistema, el que por primera vez en 10 años presenta una recuperación significativa de matrículas, aumentando en un 26% las mismas, incluso, nuestro emblemático Valentín Letelier ya supera nuevamente las 450 matrículas, alejando la imagen de liceo moribundo, en un contexto de baja generalizada en los sistemas de educación municipal.
Además, por primera vez en años presentamos una tendencia al aumento de más de 10 puntos en los puntajes promedio de Lenguaje y Matemáticas, en la PSU y un incremento de la misma magnitud en los puntajes asociados al promedio general de notas de los establecimientos municipales.
Todo ello demuestra que no es necesario reemplazar a nuestros maestros, ni despreciar sus capacidades, ni su vocación para mejorar la educación pública.Mucho menos aceptar los lugares comunes de quienes creen o tratan de instalar la idea de que toda educación pública es mala per se.
Lo necesario es desarrollar un compromiso real, desde el Estado y los gobiernos locales, con la educación pública, con la infraestructura necesaria para ella y con todos los actores que participan directa o indirectamente en dicho proceso.