Es un hecho evidente: los gobiernos deben financiar sus programas y, para ello, los impuestos son la principal fuente de recursos públicos, permitiendo la transferencia de bienes privados a bienes colectivos. En el caso que una economía se proponga proporcionar más bienes públicos y de mayor calidad –como educación, atención sanitaria o seguridad frente al delito- deberá financiar estos mayores costos con nuevos ingresos permanentes.
Sin un adecuado financiamiento se facilitan los ataques derechistas a las reformas, bajo la acusación de “aumentar el gasto sin aumentar ingresos”.Como lo sostiene el economista Ha-Joon Chang, este es un argumento usualmente empleado por el pensamiento neoliberal frente a un aumento de provisión de bienes públicos y a un papel más activo del Estado en la política social.
Aumentar la recaudación tributaria y además con mayor equidad en ella, explican con claridad los propósitos centrales de los cambios tributarios realizados en nuestro país. Es necesario aclarar que también la Reforma Tributaria contempló los llamados impuestos “correctivos”, a los “males” o al “pecado” –que gravan vía alza de impuesto al consumo de alcohol, tabaco, bebidas alcohólicas y analcohólicas azucaradas- cuyo efecto redistributivo se refuerza por la vía del gasto público.
Como es obvio, sin progresividad tributaria es muy difícil reducir las desigualdades. Ello supone políticas públicas ya no sólo distributivas, sino también que redistribuyan los recursos entre los ciudadanos miembros de la asociación cívica republicana.
Estos fueron los dos objetivos fundamentales a los que tendió la Reforma Tributaria 2014 y lo que le dio el carácter de urgencia, pues era factor indispensable para obtener los recursos que permitiesen financiar las iniciativas sociales que son el “corazón” del programa de este Gobierno, eliminando de paso, el clima de incertidumbre que genera un debate sin término claro sobre los tributos del país.
Pero, como era de esperar, el proyecto sufrió objeciones y una fuerte resistencia, principalmente provenientes de la Derecha y de gremios que representan a las grandes empresas, quienes al verse afectados coordinaron su crítica y acción. De esta manera, para difundir su visión sobre la Reforma, contaron con el apoyo de gran parte de los medios de comunicación.
Así, y sumado a ello algunos errores comunicacionales y también, hay que decirlo, técnicos del Gobierno, instalaron ideas contrarias a los cambios en la opinión pública, la más relevante y difícil de enfrentar fue que la Reforma afectaría especialmente a la clase media y las PYMEs, lo cual era completamente inexacto, pues se buscaba que los afectados por el alza tributaria fueran los segmentos de más altos ingresos.
Sin duda el escenario para este proyecto fue hostil. A la crítica del contenido de la Reforma Tributaria se añadió un velado desprestigio de las autoridades y cuadros técnicos que participaron en el proceso de preparación del Proyecto de Reforma Tributaria. Fue probablemente para salvar esta situación y dar certezas a la comunidad que, el ministerio de Hacienda, vio en la solicitud de un Informe sobre los “Efectos distributivos de la reforma tributaria 2014” una vía para explicar los reales alcances y beneficios de ella.
La entidad seleccionada para tal efecto fue el Banco Mundial, institución que, dada su condición de organismo especializado de las Naciones Unidas para el apoyo financiero y técnico de los países en desarrollo, cuenta tanto con los cuadros especializados como con el prestigio requerido para que sus conclusiones fuesen recibidas como ciertas.
En lo grueso, las conclusiones a las que llegó este organismo establecieron:
I) El impacto sobre la distribución del ingreso de las personas será positivo y mejorará la equidad del sistema tributario, los impuestos pagados por el 1% más rico de la población chilena suben de 2,4% a 3,5% del PIB, y a su vez, ellos provienen en casi un 80% del 0,1% más rico.
II) Pese a que el impacto del aumento de tasas de los llamados impuestos correctivos puede ser regresivo, en términos relativos, su efecto redistributivo será absoluto vía gasto público (social).
Esto último en dos sentidos; por una parte por el ya sabido ítem “recursos disponibles” para efectuar dichos gastos y, por otra, vía “ahorro de recursos”, ya que el menor consumo de estos bienes redunda en una mayor capacidad productiva de la población y un menor gasto en salud derivado del tratamiento de enfermedades asociadas a ellos. Cabe agregar que, en general, este aumento recae más fuertemente en los grupos de más altos ingresos.
Concluyendo, tal como se comprobaba de la sola lectura del Informe Financiero del Proyecto de Ley de Reforma Tributaria, el efecto redistributivo es altamente significativo a favor de los más pobres.
El grueso de la recaudación proviene de impuestos al capital (al gran capital) y no a los grupos medios como adujo y aduce la Derecha.
Hoy reiteramos lo que sostuvimos en una columna anterior de este mismo medio: la mayor parte de la campaña de desprestigio de la Reforma Tributaria por parte de la Derecha fue en lo sustancial, parte de la retórica de la intransigencia en su versión más reaccionaria[1].
[1] Ver: Saffirio, Eduardo. “Retórica y reformas, releyendo a Hirschman”. Cooperativa. 18 de agosto de 2014. http://blogs.cooperativa.cl/opinion/politica/20140818123925/retorica-y-reformas-releyendo-a-hirschman/