Cultura, política y liderazgo; disponibilidad financiera, capital humano, mercado favorable a los emprendimientos dinámicos; productos; apoyo institucional y de infraestructura. Así definió Daniel Isenberg, profesor de Babson College, el ecosistema emprendedor, estableciendo que se trata de una equilibrada combinación de estos factores. Si la aplicamos a la realidad chilena, existe un actor clave con el cual el resto de los participantes del entorno tienen una deuda histórica sin saldar: los Encargados de Desarrollo Económico Local (DEL).
En el momento que vive la economía nacional y mundial, muchos olvidan la importancia del desarrollo local para entrar con fuerza a los mercados globales. Hoy los negocios potencialmente escalables y replicables en otros países se están llevando gran parte de los recursos y esfuerzos disponibles para potenciar el emprendimiento. Pareciera ser que no estamos midiendo los riesgos que una desterritorialización de la economía puede representar como redistribuidor de inequidades.
Es en este escenario donde cobra especial relavancia el rol los Encargados de Desarrollo Económico Local. Así nos lo ha mostrado la experiencia en el Centro de Desarrollo de Competitividad de la Universidad del Pacífico, donde llevamos casi una década trabajando con profesionales del área en diversos municipios del país.
No pagar la deuda con ellos es cometer el mismo error que hemos cometido como sociedad al no valorar y empoderar a los profesores, formadores de los chilenos del futuro. Sabemos que son el primer eslabón de la cadena del emprendimiento e innovación y están llamados a ser agentes catalizadores de la economía local.
Sin su asesoría y orientación, el proceso emprendedor de miles de chilenos que quieren iniciar su empresa y no saben cómo está virtualmente condenado al fracaso. Y es que las ganas y la necesidad de los potenciales emprendedores pueden quedar en nada si es que los expertos locales no cuentan con las herramientas y la formación necesaria para ayudarlos.
Son ellos los que atienden al emprendedor en la base de la pirámide, al que ha tenido menos oportunidades, al que está dispuesto a asumir riesgos, enfrentar desafíos y que busca obsesivamente de iniciar su propio negocio. A ese emprendedor de etapas tempranas, que es ignorante respecto al ecosistema del emprendimiento e innovación y que encuentra en estos encargados municipales su única alternativa y apoyo para llevar adelante su sueño, que puede llegar a ser una fuente importante de empleos en su comunidad.
El escenario que hemos visto no es alentador. Lamentablemente en Chile, pocas regiones, provincias y municipios están poniendo en valor el rol de estos funcionarios. Los Gobiernos Regionales de O´Higgins y del Bío-Bío (además de lo que hace INNOVA BIO BIO) aparecen como excepciones, teniendo hoy en marcha exitosos programas de apoyo para su desarrollo.
Ser el segundo país más emprendedor de Latinoamérica y el Caribe, nos impone un gran desafío: lograr que estos profesionales cuenten con el apoyo de los municipios, instituciones públicas y privadas, que se validen sus competencias y tengan los recursos necesarios para generar impacto en los emprendedores.
El desarrollo de estos profesionales debe ser ejecutado por quienes saben que transformar los emprendimientos impulsados por necesidad en emprendimientos por oportunidad, especialmente en regiones, es la clave de un fomento productivo innovador y sostenible. ¡Estamos a tiempo de saldar la deuda, el tiempo es ahora, basta ya de esperar!