El gregarismo no es precisamente un comportamiento de los dueños de micro y pequeñas empresas chilenas. Supuestamente, debería serlo. Esa capacidad de asociarse tras un objetivo común, el ser un animal gregario, es un rasgo de la naturaleza humana sinne qua non. Así por lo menos lo han establecido las corrientes filosóficas antropológicas, psicológicas y sociológicas.
Sin embargo, la dura realidad local contrasta con esta característica: la asociatividad, el cooperativismo es más bien una utopía en el mundo de los negocios tanto en el de las micro empresas, pyme’s y, en menor medida de las medianas. El trabajar juntos con un objetivo común, con una visión compartida de manera coordinada, empática, comunicada, entendiendo que el fin último es generar un efecto multiplicador tanto en lo económico como en lo social para un grupo de empresas y no individuales, es algo que para Chile ha sido esquivo, difícil de sortear.
En un reciente viaje por Europa para conocer las mejores prácticas en la gestión de redes asociativas y cooperativas, corroboramos que, efectivamente, hay una brecha importante en sectores como el agrícola. En Chile, cada productor actúa por su cuenta. Cada uno, es como un isleño refugiado en un pedazo de tierra, solo. Muchas veces sin hablar con ningún par.
Pero así y todo, esta barrera no es insoslayable. Hoy trabajamos en diversos proyectos e iniciativas a lo largo del país que nos permiten alentar a estos empresarios a que trabajen asociativamente para aumentar el retorno económico y social de su gestión.
Esta es la senda que debería tomar Chile. Los empresarios dueños de pequeñas empresas deben, necesariamente, asociarse, colaborar entre ellos, comunicarse para ser más competitivo. En la gira, -que incluyó visitas a organismos de primer nivel de España (Murcia y Madrid) e Italia (Bolonia) como el Instituto Fomento de la Región de Murcia (INFO), Madrid Emprende, Expo Milán y la Asociación Interprofesional de Limón y Pomelo, Ailimpo entre otras – aplaudieron esta iniciativa.
Porque, sin duda, debemos dejar de vernos el ombligo. Tenemos que ser capaces de abandonar nuestros prejuicios pues en las cooperativas la desconfianza es un obstáculo, un desafío que tenemos por delante.
Comunicación, colaboración, coordinación, cooperativismo y la asociatividad, llevan al éxito. Esas son las tácticas empresariales y en este caso, es la fórmula que deben adoptar las empresas chicas para negociar con las grandes.
Los gobiernos europeos incentivan la asociatividad. Entregan subsidios siempre y cuando el empresario individual pertenezca a una red o asociación de empresarios. Es decir, es una “obligación” positiva porque así acceden a instrumentos de fomento, mejores condiciones, exenciones tributarias y asistencias técnicas entre otros beneficios.
Las pyme´s son un importante vehículo de desarrollo de un país. Generan empleo. Y si queremos llevarlas a un nivel más alto de productividad y retornos económicos, deben hacerse políticas que incentiven la asociatividad, el cooperativismo. El estar solo, en el mundo de los negocios, significa ser pobre. Estar solo es un mal negocio. Sin redes de apoyo, la soledad es pobreza.