Recientemente se dio a conocer que las empresas que no colaboren para detener el acoso publicitario a los consumidores, podrían ser multadas por hasta 50 UTM.
La trastienda de esta información se puede graficar en solo un dato: entre abril y mayo de 2015 más de siete mil personas pidieron a las distintas compañías que dejen de ofrecerles sus productos, ya sea por email, teléfono o mensajería, según el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac). Las razones son variadas, pero la mayor parte de ellas suscriben a un acto molesto e invasivo, ya que las compañías ejecutan llamadas con fines comerciales, a listas de particulares que nunca pidieron recibir esta información.
La recomendación es tener cuidado al momento en que se contrata un servicio o se realiza una compra, respecto de los datos que entregamos a las empresas, ya que, a su vez, éstas podrían cederlos a terceros y actualizar nuestra presencia en registros en los que nunca quisimos estar.
En esta línea, es necesario destacar que en Chile existe una legislación que persigue la protección de los datos personales de los ciudadanos. La normativa establece que la persona que autoriza debe ser debidamente informada respecto del propósito del almacenamiento de sus datos personales y su posible comunicación al público. La venia para su empleo debe constar por escrito y puede ser revocada, aunque sin efecto retroactivo, lo que también deberá hacerse de puño y letra. “Los datos personales deberán ser eliminados o cancelados cuando su almacenamiento carezca de fundamento legal o cuando hayan caducado”, versa el cuerpo legal.
El Sernac dispone de una aplicación llamada “No Molestar”, que se encuentra habilitada en el mismo sitio web de la entidad. Los usuarios pueden ingresar sus datos y manifestar su voluntad de que su información sea eliminada de las listas de envío masivo publicitario y/o promociones de las empresas, en todos sus formatos.
Si bien la ley nos ampara, ¿por qué continúan las empresas acosando con llamadas y ofreciendo servicios y productos que casi nunca nos interesan? Y, lo más importante, ¿por qué lo hacen a teléfonos o correos privados? Es necesario frenar este abuso y generar un nuevo tipo de comunicación que no suponga invadir la intimidad de las personas, que respete su privacidad y consentimiento para conocer estas informaciones.
La medida de atacar sin permiso y por vías tan personales al consumidor supone a lo menos una teoría retrógrada, incluso desesperada, de mercados completamente saturados que buscan el último delta que les va quedando para seguir comunicando sus ofertas.
Una práctica completamente contraria a lo que espera el consumidor actual que ha decidido escuchar y ver de manera voluntaria sólo cuando lo necesita, y que se sirve de plataformas evidentemente más avanzadas para hacerlo.
Es, quizás, por esta tendencia que varias compañías de telefonía móvil europeas estarían decidiendo bloquear el avisaje de sus redes, según publicó hace algunos días el periódico inglés Financial Times.
La publicidad debe avanzar hacia un modelo de comunicación que se base en la transparencia y honestidad de las marcas, que no interrumpa el día a día de las personas y que ofrezca un diálogo para entender cuáles son las verdaderas necesidades de los consumidores.