La región de Antofagasta concentra el 31,2% del total de la inversión público-privada programada para el país durante el periodo 2015-2019. Así lo relevó el último informe de la Corporación de Bienes de Capital. De acuerdo al informe sobre Estimaciones de Inversiones Públicas y privadas para el quinquenio, en el país se materializarán inversiones por US$79.494 millones, de los cuales US$24.880 millones corresponden a la región de Antofagasta.
Contrario de lo que pudiera pensarse, en el sector privado no es la minería la industria que lidera las inversiones en el quinquenio, sino el sector energético. Mientras en el primero la CBC (Corporación de Bienes de Capital) identificó proyectos por US$6.446 millones, en el segundo el monto alcanza los US$6.697 millones.
Entre cifras más y cifras menos, la segunda región alcanza la participación más alta del país, seguida de lejos por las regiones Metropolitana (US$15.723 millones), Valparaíso (US$8.281 millones) y Bío-Bío (US$5.586 millones).
Respecto de la actual configuración regional de las inversiones del Estado, la CBC destaca que esta se debe principalmente a los planes estructurales de Codelco. Cerca del 80% de la inversión estatal se concentra en sólo cuatro regiones del país: Antofagasta, Valparaíso, Región de O’Higgins y región Metropolitana. En las tres primera predomina la minería, mientras que en la última la infraestructura pública.
De esta forma, la inversión pública a materializarse en la región de Antofagasta representa el 34% del gasto quinquenal estatal del país, explicado principalmente por las inversiones de Codelco.
La economía chilena no pasa por buenos tiempos. En 2014, el Producto Interno Bruto (PIB) apenas creció 1,9%, el peor desempeño en cinco años, y en lo que va de 2015 las cosas no andan mejor. A sabiendas de que la mayoría de los expertos están viendo con preocupación el curso y ritmo actual de la economía chilena, esta caída principalmente es imputable a las dificultades para seguir avanzando con algunas iniciativas, sobre todo en el área energética, minera y también industrial. Las diferencias con la autoridad en materia regulatoria, los efectos del debate y concreción de la reforma tributaria, y la judicialización de algunas iniciativas por razones medioambientales estarían detrás del fenómeno.
Claramente el sorprendente y vigoroso crecimiento de las inversiones durante los últimos años, ha dado paso a un nuevo escenario, más conservador, de más exigencias y con un alto nivel de incertidumbre. Pese a ello, cada proyecto y por cierto su inversión asociada trae consigo enormes oportunidades de desarrollo y crecimiento, que por ahora se ve concentrada en un par de regiones, pero que por el ingreso de nuevos actores puede cambiar.
Chile requiere de una visión sobre su minería e industrias proveedoras y contratistas, que sea compartida por todos los actores interesados, para que promueva en forma más efectiva el desarrollo sostenible del país, tal como lo señalan diversos grupos de destacados empresarios, intelectuales y actores sociales.
Dentro de este escenario es destacable la iniciativa de ASIMET y su presidente Juan Carlos Martínez de formar el Consejo de Desarrollo de la Manufactura Nacional, integrado por 20 destacados académicos, líderes sociales y empresarios, cuyo objetivo es impulsar una nueva etapa en la industrialización del país; utilizando materias primas, mano de obra y tecnología de punta que permita revertir la triste desindustrialización que ha vivido Chile en los últimos 25 años. Valga decir, que en este periodo de tiempo, la manufactura como porcentaje del PIB se redujo de un 24% a un 8 % actual.
Las cifras hablan por sí solas, y claramente sin la minería, Chile y los chilenos serían mucho más pobres, por esto el sector requiere con urgencia una mirada integral que incorpore, sume y comprometa la participación del entorno manufacturero en torno a esta industria. Sólo con la incorporación de este nuevo enfoque Chile podrá dar un paso agigantado hacia la otra dimensión del negocio que hoy por hoy lo marca como un productor y no una industria que quiere recuperar el Consejo Nacional de Manufactura.
Chile es principal productor de cobre del mundo y en su territorio se encuentran las mayores reservas probadas de ese metal. Ese liderazgo incluye la aplicación de altos estándares en diversos ámbitos de la actividad minera, ocupando la industria un lugar de privilegio a nivel nacional. Destaca el ahorro público que hace el Estado para enfrentar los ciclos de bajos precios; como también, el que un número de empresas invierta en el desarrollo de sus proveedores y la capacitación de sus empleados.
Sin embargo, a pesar del liderazgo del país en esta materia, no hemos dimensionado lo que implica ser el principal productor de cobre del mundo.
No pensamos el desarrollo de largo plazo del país considerando el rol que le cabe a la minería y desde hace una década la energía, claramente no contamos con una visión compartida que asegure el crecimiento sostenible de la minería y el sector energético.
Esto es, un desarrollo virtuoso y competitivo, coherente con el de otras actividades productivas; que distribuya equitativamente sus beneficios; que prevenga o mitigue sus impactos ambientales, entre muchos otros factores.
Tampoco hemos logrado movilizar como país las energías de los diversos actores hacia la adquisición de más competencias de categoría mundial; aprovechando la escala de estos sectores productivos, el desarrollo de una Industria proveedora de bienes y servicios con Valor Agregado y de clase mundial, para integrar a Chile en cadenas globales de valor que potencien y le den sostenibilidad a su desarrollo.
La tarea es ardua y no menos compleja, pero están dadas las condiciones para poner una mirada positiva.