No estamos al borde del desarrollo, como se nos desinforma con frecuencia. Nuestro PIB por habitante aún es bajo -poco más de un tercio del de EEUU- y con gran desigualdad, dos ingredientes del desarrollo en los que somos deficientes, a pesar de los avances logrados. Sin embargo, es necesario aclarar que para mejorar, no se trata de hacer borrón y cuenta nueva, sino de realizar reformas adicionales y reformas de reformas.
Nuestra brecha con el desarrollo económico no se ubica en nuestras grandes empresas y exportadores pues, como lo sabemos, muchos son campeones en el mundo. La brecha de productividad se encuentra en los cientos de miles de PYME’s; en los trabajadores formales pero de menor calificación y en los informales en comparación con los mismos sectores de los países desarrollados. Allí están las brechas de productividad entre el 37% promedio de Chile y el 100% de EE.UU y otras economías más avanzadas.
Si queremos crecer, y si queremos combatir la desigualdad, es imprescindible elevar la productividad y la empleabilidad en estos tres sectores. Es el desafío en las estructuras productivas, para crecer incluyendo.
Para un desarrollo incluyente de las PYME’s y los trabajadores se requieren de los ingredientes para la expansión productiva. Menciono cuatro de ellos.
1. Elevar el stock de capital mucho más aceleradamente (como Chile lo hizo en 1990-98). Ahora con un sesgo progresivo pro-Pymes y emprendedores sin historia y patrimonio.
2. Elevar la capacidad de los trabajadores de menor calificación. La reforma educacional, bien hecha, con calidad creciente, surte efectos en décadas. Por ello, ahora es necesario aumentar la productividad de la actual fuerza de trabajo, incluidos pequeños empresarios, a los que se debe apoyar para acrecentar su capacidad de innovar. Esta tarea, que ha tenido inicios promisorios, requiere impulsos permanentes por parte del gobierno.
3. Mejorar el manejo macroeconómico, no basta sólo mantener la inflación baja, junto con ello se requiere conservar el empleo alto, evitar un precio del dólar ultra volátil y las continuas aceleradas y frenadas de la economía.
4. Financiamiento de las políticas públicas. El año 2014 fue de avances en materia tributaria. A pesar de varios traspiés, pasamos de menos de la mitad de los países desarrollados a algo más. Esto es, un respetable 3% del PIB en régimen, similar a la reforma al inicio del retorno a la democracia en 1990. Se hace de manera indiscutiblemente progresiva, a pesar de concesiones regresivas o errores incomprensibles. Pese a ello, es un avance respetable, con el desafío de combatir severamente, de manera efectiva y ejemplar, la evasión y la elusión.
Agreguemos a los puntos anteriores la imperiosa necesidad de dar una respuesta sólida a la pregunta, ¿cómo salir de la trampa de que la acumulación de capital involucre concentración del ingreso como en estos 15 años, muy centrado en el 1% más rico? Esto implica mayor ahorro e inversión, pues Chile necesita más de ambos, que necesariamente debe conciliarse con la reducción de la desigualdad, en la medida que se “democratice” la propiedad del capital.
En ello entran las PYME’s en pleno: un millón de emprendedores –un octavo de la Fuerza de Trabajo- cuya participación tendría que elevarse, no solo por justicia o equidad, sino porque allí se encuentran las grandes brechas entre Chile y los países desarrollados.
Esta gran apuesta a favor de las PYME’s es la que Chile debe hacer para acelerar el crecimiento y la equidad. Para ello, es ineludible una reforma del mercado de capitales; la canalización de fondos de las AFP hacia el desarrollo productivo nacional (US$60 mil millones invertidos en el exterior, dando trabajo en otros países en lugar de en Chile) y corregir la tasa de interés, que es abrumadoramente alta para las PYME’s.
Recientemente el gobierno ha realizado muy positivos avances en este sentido, mediante el aumento de capital de BancoEstado y otorgando prioridad para las PYME’s, es un primer paso sustantivo plasmado en medidas como la reducción de las tasas de interés. Tomar como tarea urgente un gran programa de capacitación laboral, más allá del positivo paso ya dado por el ministerio del Trabajo, es otro asunto ineludible para lograr el desarrollo.
Así como hemos comenzado a avanzar en capacitación laboral y crédito para las PYMEs, también muchas veces – en estos veinticinco años de democracia- nos hemos estancado. Por ello, es fundamental dar impulso a políticas de desarrollo productivo, comenzando por los clúster definidos en el anterior gobierno de la Presidenta Bachelet, en los que se ha avanzado pero que necesitan que el esfuerzo sea permanente, evitando que la coyuntura entorpezca la construcción de una estructura productiva incluyente.
En todos estos temas, necesitamos un remezón constructivo en las fuentes de financiamiento de la investigación, en su aplicabilidad, en la conexión con el mundo productivo y en los efectos distributivos. Todo lo anterior, en estrecha coordinación de y entre las universidades con las políticas públicas.