La desigualdad vuelve al foco noticioso. En junio la OECD presentó su último informe sobre distribución del ingreso que señala que Chile es el país con la mayor desigualdad de ingresos de este grupo de países; sin embargo destacó que entre los años 2007 y 2011, experimentó una disminución en el índice de Gini de 0.511 a 0.503.
Esta reducción es positiva, pero en los últimos 24 años el indicador ha experimentado alzas y caídas marginales, nunca superiores a 0.03 puntos anuales, lo que representa una desigualdad de ingresos constante.
Como gobierno hemos señalado que la desigualdad de ingresos, de género, de pertenencia a pueblos indígenas, territoriales, etc., afectan las oportunidades de las personas, perpetuando brechas y erosionando la cohesión social. Otra mirada de los efectos de la desigualdad menos frecuente es su impacto sobre los niveles de crecimiento económico.
La OECD vincula ambas variables[1], en donde constata que al interior de los países del grupo, la brecha entre ricos y pobres alcanzó en este periodo su nivel más alto desde hace 30 años, llegando a 9,5 veces en promedio. Esta cifra, según la publicación, alcanza a 30 veces en Chile.
Los altos niveles de desigualdad en Chile, no son la novedad. Lo relevante del Informe dice relación con el efecto de este aumento en el promedio de países OECD, traducido en 3 décimas del Gini –de 0,29 a mediados de los ´80 a 0,32 en 2011-2012- lo que habría significado una reducción del crecimiento en 0,35 puntos porcentuales por año, durante 25 años, esto simplificadamente representa una pérdida acumulada del PIB de 8,5% en ese periodo de tiempo.
La lucha contra las desigualdades contribuye a generar una sociedad cohesionada y también permite fortalecer la economía. Según el Informe, la desigualdad reduce las posibilidades de acumular capital humano (educación), principalmente en sectores de menor ingreso, lo que se traduce en menor movilidad social y desarrollo de competencias.
La misma fuente expresa que la preocupación de los países no sólo debe enfocarse en los sectores en pobreza, sino en toda la población de bajos ingresos, puesto que allí es donde se registra el mayor impacto de la desigualdad sobre el crecimiento económico.
Estos datos confirman la importancia de la agenda por la equidad de este Gobierno, y la pone también en el contexto de una agenda pro crecimiento económico. Esta agenda, además de las reformas estructurales en materia educacional y tributaria, considera el fortalecimiento y ampliación del Sistema de Protección Social en el Presupuesto 2015.