La reforma laboral se viene. Consensos más, negociaciones menos, hay muchos actores presionando para que la forma en que trabajamos los chilenos mejore sustancialmente.
No obstante, existen dimensiones del trabajo que no pueden, o al menos no debieran ser reguladas por ley y que tienen que ver con la actitud ética y el contexto moral de nuestra vida productiva.
El solo mejoramiento de algunas condiciones y garantías laborales no nos acercará a los modelos más avanzados de trabajo, propios de países desarrollados. La gran diferencia entre ellos y nosotros no radica simplemente en cosas operativas, sino en el espíritu y la actitud que tienen frente a sus trabajos. Para ser como ellos, Chile debe avanzar en varios desafíos laborales.
1. Trabajo sin desafío es un trabajo vacío sólo por dinero
A mucho pesar las personas asumen que necesitan trabajar porque tienen cuentas que pagar, sueños por cumplir y porque en definitiva el que no trabaja es flojo, acorde con los estándares de nuestra sociedad.
Entendamos de una buena vez que trabajar es una oportunidad de desarrollo, de aprendizaje y sobretodo de llevar adelante un desafío personal y colectivo.
El desafío para nuestro país, que incluye a las personas, las empresas y por cierto al Estado, es que logremos que las personas sean capaces de satisfacer, más allá del dinero, nuestra principal función de ser felices con nuestros trabajos y la única receta es que esté presente un desafío acorde a nuestros sueños y proyecciones.
2. Sincerar la correlación entre carreras/universidades y oportunidades laborales
Hace unos años estudiar en la universidad era un privilegio de pocos, los mismos que accedían a trabajos bien remunerados y que probablemente hacían lo que les gustaba.Pero la realidad actual es muy diferente.
En el sistema actual las carreras más demandadas transversalmente son las que tienen una “mayor remuneración”. Las universidades hacen gala del número de egresados trabajando (por supuesto que en pleno empleo). La promesa que se les está haciendo a las personas es falsa. El escalamiento social no es porque tienen un cartón, menos si se considera que aún existe una brecha importante de conocimiento y formación entre la primera universidad a nivel nacional y la última creada como parche para que las personas crean que tienen acceso a “educación”.
Al traducir esto en el ámbito laboral se obtienen mercenarios, sin pasión, esperando que se les rente por sus estudios y la fuerte inversión que realizaron. La decepción por cierto no es para todos, sino que para quienes sus expectativas económicas se pusieron por sobre sus talentos y motivaciones más personales.
3. Sincerar la flexibilidad laboral existente para dar oportunidades a grupos excluidos del circuito laboral
Dueñas de casas que han pasado una vida cuidando a sus hijos, hombres y mujeres mayores de 50 años, jóvenes que recién ingresan, personas con algún tipo de dificultad física, entre otros, son la lista de personas que están fuera de las mismas oportunidades que el segmento más activo del mercado laboral.
Estos grupos de personas son necesarias incorporarlas, no tan sólo porque el trabajo es necesario para la economía de sus hogares, sino también porque tienen habilidades distintas que son necesarias para el desarrollo organizacional, y además requieren desarrollarse como personas.
La flexibilidad laboral se quedó estancada en una negociación teórica y politiquera a espaldas de las personas que necesitan integrarse al mundo laboral. Necesitamos retomar la conversación y poner límites para no convertirla en una herramienta de aprovechamientos o despidos injustificados.
4. Apoyar el desarrollo profesional de áreas necesarias para el desarrollo del país
Una fila gigante para postular a carreras como Ingeniería Comercial o Civil, versus una minoritaria cantidad de alumnos aplicando para una poco atractiva carrera de filosofía. El desarrollo de un país necesita pluralidad de especialistas técnicos, administrativos y profesionales. Los incentivos son el problema.
Tenemos muchos profesionales haciendo tareas que para ellos son aburridas. No es aritmético, pero apostaría a que un profesional motivado hace el trabajo de dos desmotivados en menor tiempo.
Lo que se necesita para lograr revertir esta situación es crear planes que se hagan cargo de “subsidiar” a carreras o aprendizajes que tienen un bajo perfil en el mercado laboral, pero tienen un gran impacto en el desarrollo integral del país.
5. Ordenar, estandarizar y automatizar procesos transparentes de reclutamiento y selección
La estructura actual de reclutamiento y selección de personas para un empleo sigue siendo similar a la que había hace años atrás. Sin embargo, ha habido cambios importantes tales como un aumento en la población, mayor especialización tanto de los trabajadores como de lo que se busca en una fuente laboral, un desafío por dignificar la postulación de las personas y de abordar los intereses de estos para que estén motivados en sus trabajos.
La rotación en ciertos cargos en gran medida se debe a una mala campaña de reclutamiento y un mal proceso de selección. Este costo es enorme para las empresas y personas, quienes finalmente están en lugares donde no lucen sus talentos y probablemente no pasará si además no hay oportunidades de desarrollo en sus trabajos.
Esto en gran medida ocurre por la falta de sistemas y, por cierto, porque quienes realizan la tarea de identificar y llevar talento a las empresas están más bien preocupados de la burocracia y de elementos que aportan poco valor.
Estos cinco desafíos no son los únicos. Tenemos que lograr influir más allá de los petitorios higiénicos de las asociaciones y sindicatos en la Reforma Laboral. El foco debe estar puesto en el talento, en mejorar la calidad de vida, en ser felices.