Con estupor he observado que la gran transnacional Enersis, que antiguamente controlaba Endesa España, hoy manejada por una poderosa estatal italiana ha designado en sus principales cargos a personas vinculadas a un partido político de gobierno y con vasta trayectoria en cargos públicos.
Para graficar la gravedad de estos hechos me remito brevemente a consignar que Enersis controla el mercado eléctrico en forma casi absoluta en el sistema interconectado central y tiene importantes desarrollos en el sistema del norte.
Cuando la empresa española a fines de los años 90 intentó tomar el control de Enersis, que incluía Endesa y Chilectra, dimos una gran y hermosa pelea en los órganos antimonopólicos chilenos que como casi todas las que dimos en esta materia resultaron fracasadas y en beneficio del gran capital extranjero o chileno. Ello nos llevó a la conclusión de que en Chile se amaba la concentración económica, se la protegía y se le permitía cometer todos los excesos que fuera posible.
A pesar de que el fiscal económico de la época don Rodrigo Asenjo convino con los denunciantes de la época Hernán Bosselin y yo que era inconveniente el control total del sector eléctrico, al final la Corte Suprema con la anuencia del gobierno, nos dobló definitivamente la mano.
A partir de esa fecha un hombre de derecha y de la Bolsa de Comercio presidió la compañía Enersis y se transformó en el más poderoso de Chile en materia eléctrica, lo cual vino a corroborar que existía un acuerdo político económico de profunda extensión y que establecía un maridaje que no convenía a los intereses de Chile.
Si bien nadie nos hizo caso ni en la derecha ni en la Concertación los resultados están a la vista y el sector eléctrico es el más gravemente enfermo de todos los sectores productivos chilenos y el sector privado es el gran responsable de su incompetencia, aunque últimamente traten de esconder su responsabilidad en los actos de autoridad.
En consecuencia, desde hace más de 15 años existe un gran monopolio eléctrico, que es seguido por un par de empresas importantes, pero que no tienen su capacidad de dominio en el mercado.
Tomamos nota ahora que la empresa italiana decide colocar un ex subsecretario del gobierno de la Concertación para dirigir Enersis y a otros destacados militantes para dirigir los negocios en Chile.
No dudamos de las competencias de los mencionados compatriotas, pero sus nombramientos dan pábulo a que se siga escribiendo la historia oscura entre la política y los negocios.
Este no es un juicio sobre las personas, pero sí de sus actos y en todo caso resulta necesario que alguien lo diga porque la Democracia Cristiana ha sido acusada desde la izquierda de defender intereses oscuros en materia tributaria y educacional, por el sólo hecho de existir empresarios que tienen perfecto derecho a tener una visión política social cristiana.
Por ello resulta una grave inconsecuencia que se acuse al PDC, sin dar prueba alguna, y al mismo tiempo sin desparpajo se coloquen militantes de partidos de gobierno en los más altos cargos de las empresas más importantes de un sector económico.
Al parecer no hemos aprendido nada y eso explica que la opinión pública no nos entienda y aún más nos repudie.