El sector más convencido de las bondades del modelo neoliberal es el empresariado chileno, adhieren con entusiasmo a cuanta medida implica mayor libertad para la actividad económica y menor presencia del Estado… salvo cuando se encuentran con dificultades en que se convierten de la noche a la mañana en unos acérrimos partidarios de la acción del Estado.Es el caso que estamos comenzando a conocer.
Escuché al jefe de estudios de la Cámara Chilena de la Construcción, dar a conocer una baja de la actividad y que por supuesto la responsabilidad es la falta de incentivos para nuevos proyectos, problemas de energía y requerimientos medio ambientales frenan esos emprendimientos, bajan las ventas y aumentan los despidos. La solución: un programa urgente de obras públicas emprendidas por ese Estado tantas veces demonizado.
Entonces me pregunté ¿y cuando funciona la oferta y la demanda para estos caballeros?Porque si hay una baja en las ventas la respuesta a la que ellos tan ciegamente adhieren y que les correspondería ahora ejecutar, es simplemente bajar los precios y disminuir la rentabilidad de sus proyectos.
Un economista de la calidad y prestigio de Roberto Zahler a quien supongo nadie considerará de ideas socialistas, a propósito de la reforma tributaria ponía énfasis en la desusada (término mío) rentabilidad de los proyectos de los proyectos de inversión en Chile, muy mayores a la exigida u obtenida en otras economías con el mismo nivel de riesgo que Chile.
Eso es también y muy especialmente aplicable a la Construcción, entonces si la actividad tiene alta rentabilidad y se enfrenta a una baja en la demanda debiera responder bajando sus precios.
Pero obviamente no lo hace, sino que con especial fruición nos informa de la pérdida de empleos y por lo tanto del incumplimiento de la que parece es la única función social que reconoce el sector privado, cual es el de dar empleo. Pobre aporte en que se podría buscar otros actores que lo hicieran mucho mejor.
En otros tiempos se decía “las ganancias se privatizan y las pérdidas se socializan”, es de esperar que en este caso las autoridades tengan la paciencia suficiente para hacer que los empresarios bajen sus precios, que funcione el sistema que ellos tanto idealizan.
Una respuesta que debieran dar las personas dispuestas a adquirir una vivienda es justamente esperar hasta que se produzca la baja de precios. No se apure porque si espera puede ganar.
A cinco meses de asumido el actual gobierno nadie medianamente informado e ilustrado podrá pensar que la baja en actividad económica es responsabilidad de las actuales autoridades.
Hacerlo reflejará simplemente mala intención o ignorancia.