Las heladas registradas durante estas Fiestas Patrias han provocado un drama en las regiones agrícolas. Más allá de los pronósticos, las bajas temperaturas se mantuvieron por períodos excesivamente largos, lo que volvió inútiles muchas de las medidas adoptadas para mitigar el impacto de las heladas.
En el caso de la región de O´Higgins, las temperaturas llegaron a mantenerse bajo el punto de congelación hasta por seis horas, lo que explica la magnitud de la destrucción causada.
En algunas frutas, hasta el 70% de la producción se habría visto destruida. El impacto sobre las hortalizas resulta igualmente feroz. El trigo, afectado ya por la sequía, difícilmente sobrevivirá las heladas en extensos sectores. No es difícil prever que la pérdida de pastos de rulo afectará pronto también a los ganaderos.
En algunos casos, mecanismos como el Seguro Agrícola permitirán paliar en parte esta situación.
Sin embargo, las heladas desnudaron la fragilidad de parte importante del sector agrícola y pusieron en evidencia la necesidad de actuar.
Mientras las autoridades del ministerio de Agricultura aún no finalizan un catastro de daños, el gobierno dilata la adopción de medidas significativas.En un caso como este resulta urgente, a lo menos, decretar zona de emergencia agrícola. Aun cuando ello no resulte suficiente, esta medida permitiría, al menos a los titulares de créditos de INDAP, reprogramar éstos sin tener que, eventualmente, efectuar un abono.
Pero esto no basta. Se estima en 450 mil el número de empleos potencialmente afectados por las heladas y la sequía.Son miles las familias involucradas.
El gobierno debe considerar seriamente la entrega de bonos que permitan cubrir parte de las pérdidas del sector e incentivar el que a la brevedad nuestros agricultores vuelvan a sembrar y generar empleo.
El campo chileno alimenta a Chile y entrega puestos de trabajo. En una hora difícil como ésta, Chile debe reconocer este aporte y tender una mano solidaria que exprese gratitud por lo mucho recibido.