Se ha informado que el Ejecutivo prepararía una propuesta de reforma al sistema de pensiones que contendría un incremento gradual de la cotización.
La iniciativa consideraría también un cambio en la fórmula de cálculo de los ingresos imponibles incluyendo asignaciones como colación y transporte.
Ello parte de una premisa equivocada. Se quiere dar por sentado que la capitalización individual sólo requiere algunos ajustes menores, cuando en realidad lo que está en cuestión es el sistema mismo, que no cumplió sus promesas originales y que no genera pensiones dignas.
Antes de cualquier enmienda, particularmente si se pretende incrementar las cotizaciones, se requiere devolver la confianza de los trabajadores en el ahorro previsional y ello sólo se produce generando un debate en torno a sus fundamentos.
Antes de buscar modificaciones de tipo cosmético debe establecerse que este sistema fracasó y que las AFP no tienen credibilidad alguna. Los trabajadores sienten que están tirando su dinero a un saco roto.
Precisamente la necesidad de aumentar la cotización es la manifestación más evidente que el sistema, como tal, está agotado y no cumplió sus expectativas, pues se vuelve atrás sobre uno de sus principales ejes.
En 1981 se engañó a millones de trabajadores diciéndoles que con menos ahorro que el que aportaban a las Cajas iban a obtener mejores pensiones. Eso no se cumplió y ahora pretenden volver atrás sin discutir en profundidad ni explicarle a los chilenos este rotundo error.
No es posible que durante lo que resta de la actual administración se pueda avanzar en una modificación del sistema previsional.
Lo único realista es iniciar una discusión profunda y seria sobre el sistema en su totalidad, como lo hizo recientemente una comisión especial del Senado, pero cualquier enmienda legal deberá ser impulsada por el próximo gobierno.