Por estos días se observa una persistente caída de la bolsa chilena, que no se condice con lo que ocurre en los mercados internacionales ni con las optimistas expectativas de las autoridades económicas nacionales y de los grupos con intereses económicos que operan en Chile.
Los economistas, expertos, corredores e interesados y medios de prensa de diverso orden dan muchas explicaciones, demasiadas diríamos bastante contradictorias y de muy baja sustentabilidad racional para explicar lo que está ocurriendo en la Bolsa de Acciones chilena.
Entre las explicaciones que últimamente hemos escuchado se dice que la bolsa chilena está en desacople porque se han colocado en bolsa casi nueve mil millones de dólares entre Enersis, Cencosud, Corpbanca y Banco de Chile, siendo las dos primeras las que copan casi el noventa por ciento de las colocaciones y que además se anuncian otras para el corto plazo ya anunciados y nuevas aperturas de empresas en busca de los ahorristas por más de cuatro mil quinientos millones de dólares.
Se dice también que los grupos económicos que invierten en el exterior, principalmente en países como Colombia, Perú, Brasil, aún no logran que esas inversiones renten lo suficiente; que se han aplazado proyectos de inversión, que China se ha debilitado, que han aumentado los costos especialmente laborales; que ha bajado el precio de las materias primas; que estamos en elecciones y que en ellas el Partido Comunista asusta a los inversionistas al anunciar su inminente ingreso a un futuro gobierno y que los cambios tributarios, aún poco o nada afinados también aterran y que para mayor desgracia de la Bolsa chilena suben las de Estados Unidos y Europa y que como traer y sacar dólares de Chile u otras monedas sólo cuesta apretar un botón, estamos como estamos.
En definitiva el resultado que estamos viendo parece tener causas tan complejas que nadie tiene una explicación totalmente coherente.
Sin embargo, es perfectamente posible que estemos ingresando a un ciclo en el que simplemente los grandes grupos económicos controladores de la bolsa ya no estén en condiciones de asegurarnos las rentabilidades que parecían prometer y que ese es el fondo del problema, una incapacidad para el desarrollo de rentas productivas verdaderamente tales y sostenibles, que no sean producto de posiciones oligopólicas o dominantes, y de abusos en algunos casos, que fue el mecanismo utilizado en los últimos treinta años para consolidar el enorme poder de control que hoy día tienen algunos grupos sobre la Bolsa de Comercio, pero que se ve amenazado por el fenómeno de respuesta de los consumidores y del Estado.
Parece evidente que el modelo de rentas oligopólicas y sus defectos asociados y abusos inherentes toca su fin y que en consecuencia los grupos nacionales y extranjeros que han campeado por estas tierras ya no podrán aparecer como las potentes locomotoras que tiraban de la economía nacional.
Por eso no resulta extraño que muchas mentes lúcidas y la intuición del pueblo estén pidiendo a gritos una economía donde el Estado pueda suplir estas ineficiencias, siempre y cuando se trate de un Estado organizado y dirigido con criterios de absoluta eficiencia y profesionalismo.
A lo anterior se agrega que bancos y autoridades vaticinan tiempos de desaceleración para Chile y nuevamente dan variadas y contradictorias razones.En verdad no saben lo que pasa o no lo quieren decir.
El cobre aunque mantenga buenos precios no subirá mucho más. Resulta obvio que el problema que se está ocultando a la ciudadanía por quienes operan la Bolsa de Comercio es que realmente ya terminó el tiempo de juegos de casino y que la economía chilena debe dedicarse a lo que saben hacer los auténticos empresarios y las demás fuerzas vivas del país y no permitir que se sigan generando posiciones en los mercados que en Chile ha llegado a una situación que no tiene parangón en otros países por su nivel de concentración en los mercados y que tarde o temprano tenía que comenzar a pasar la cuenta.
Adicionalmente, hay ciertas circunstancias que no quisiéramos omitir.
Autoridades económicas y dirigentes gremiales empresariales argumentan que supuestamente determinadas proposiciones de cambios económicos y políticos anunciadas por ciertas candidaturas presidenciales estarían produciendo efectos negativos en el ámbito económico.
Tales opiniones debieran ser aclaradas lo más pronto posible, en atención a que en épocas pasadas, hace ya cuarenta años atrás, se desarrollaron nefastas maniobras concertadas destinadas a “hacer chillar la economía”, en palabras de Nixon.
Esperamos que los vaivenes económicos de carácter bursátil y financiero obedezcan a factores reales y no a procedimientos inducidos que serían profundamente deleznables.
Co autor del artículo es el abogado Hernán Bosselin.