El agua es un recurso estratégico fundamental para el planeta y sus habitantes. ¿De dónde proviene esta magna relevancia? La respuesta es muy simple: sin agua no hay vida. Es tal su importancia, que datos de la OMS muestran que más de dos millones de seres humanos mueren al año por causas asociadas a la “falta de agua” y su contaminación. Se estima, que hoy el 20% de la humanidad padece “escasez hídrica” y que aumentará al 30% hacia el 2025.
Chile no es ajeno a estas realidades. El país se mueve entre un frágil equilibrio que oscila entre la abundancia y la escasez. En efecto, tenemos mucha agua. Pero, también en cierto que su distribución por razones geográficas y de mercado es desigual: en el norte hay alta demanda y baja oferta y hacia el sur –hacia el extremo- baja demanda y alta oferta. Por ello, el tema de la “carretera hídrica” no es una mala idea. No obstante, la problemática central no es su disponibilidad ,en cantidad y calidad, sino también y sobre todo , su privatización encubierta.
El problema que genera un escenario de “escasez hídrica” no sólo tiene que ver con el abastecimiento para el consumo humano y el mantenimiento de los ecosistemas, sino también con las actividades productivas agrícolas, industriales, mineras y energéticas. En definitiva, con la vida y el desarrollo.
Las cifras muestran que sólo menos del 5% del consumo de agua disponible se destina para uso humano y doméstico. En Chile, el consumo promedio de agua es de 190 litros diarios por persona lo que ya es mucho, superior a las recomendaciones de la UNESCO que no deben superar los 100 litros por día y muy superiores a las recomendaciones de la OMS que es de 50 litros.
Si el consumo diario lo consideramos estrictamente en “beber agua” la cifra oscila en torno a los dos litros por día. Esta última cifra, se ve aumentada cuando observamos que en promedio una ducha consume 20 litros de agua por minuto, tirar la cadena del WC 10 litros y lavar un auto 400 litros.
Son cifras, no obstante, muy inferiores a las que necesitan los procesos productivos.De hecho, una manzana ha sido posible luego de 70 litros de agua consumida; un litro de cerveza consume 300 litros de agua, un litro de leche mil , un kilo de vacuno 15.000 litros, una hamburguesa 2.400 , un litro de Coca Cola 200 y un kilo de oro 700 mil litros de agua. Datos del 2004 muestran que Coca Cola usó 283 mil millones de litros de agua para producir la felicidad que promete. La presión productiva, por tanto, es muy fuerte.
¿Cómo equilibrar ambas demandas, la necesaria para vivir y la necesaria para producir? es una pregunta política que el país no ha logrado resolver desde la perspectiva de la “seguridad hídrica”. En rigor, el Chile neoliberal ha privilegiado la segunda alternativa; es decir, ha optado por entender el uso y consumo del agua desde un horizonte productivista. Las cifras, muestran que las grandes presiones para el uso del agua provienen de la actividad agrícola, minera y energética.
Para entender la problemática del agua y sus efectos socio-políticos hay que partir del hecho de que el agua forma un ciclo que se repite no sólo desde hace millones de años, sino también que oferta o pone a disposición de la humanidad la misma cantidad de agua. No hay más agua, que la que tenemos y seguiremos teniendo. Tampoco la podemos crear ni inventar.
Chile, es un lugar en el que el agua es abundante. Aquí, la paradoja: ¿Por qué hay escasez, si nuestro país es una potencia mundial en este recurso?
En un primer nivel, la respuesta se encuentra en que no toda el agua existente puede ser usada para el consumo. Se estima que menos del 1% del agua dulce está en condiciones de ser destinada para fines domésticos y productivos. Es más, el 70% de esa cantidad se encuentra en forma sólida, glaciares. Por tanto, la cantidad total es my baja en comparación a la cantidad de agua disponible. Es decir, la oferta no alcanza para cubrir la demanda, especialmente la productiva.
Junto al escenario de escasez estructural surge el hecho de que se trata de un recurso privatizado que privilegia lo productivo por sobre lo humano. Por ello, hay que transitar el agua como negocio al agua como derecho. ¿Quién tiene la llave del agua en Santiago? Aguas Andinas, que la abre o la cierra.
Además, emerge la baja conciencia en torno al uso sustentable del recurso.Los ciudadanos no imaginan, que un día pueden no tener agua en sus casas.Por ello, su uso no es responsable ni consecuente con la realidad. La gente ahorra agua, para pagar menos a fin de mes y no, porque haya que cuidar el recurso escaso. Sólo cuando hay problemas en el suministro, surge la alarma y el pánico.
Finalmente, en Chile la problemática del agua no sólo está vinculada a la escasez, a su privatización –con fines productivistas- y la baja conciencia colectiva sobre su uso, sino también a su contaminación y calidad. Otra problemática se ha instalado-nuevamente- en el debate presidencial.