Para llegar a ser uno de los grandes, Chile decidió actuar como uno de ellos. Las nuevas disposiciones de la Ley Antitabaco, en vigencia desde el 1 de marzo, adoptaron modificaciones mucho más estrictas y acorde a legislaciones de países desarrollados. Es un paso importante que, sin duda, remecerá a gran parte de la población, sobre todo por el carácter restrictivo y punitivo de la nueva ley.
La publicidad es una de las áreas que reciben este golpe. Con estas nuevas disposiciones, quedó prohibida la difusión del tabaco en medios de comunicación masiva, así como también la del consumo de productos o marcas relacionadas con el consumo del cigarro.También se prohíbe publicidad en programas en vivo y para menores de 18 años.
Si bien hace bastante años que la publicidad del tabaco en medios se ha ido restringiendo, la industria del cigarrillo, por su tipo de consumo y sus hábitos asociados, ya sea relajo, diversión y sociabilidad, ha sido impermeable a ese tipo de censura, así como también a efectos de precios y distribución a mayores de edad.
Estas medidas no han logrado frenar de forma considerable el consumo; los números muestran que sigue fuerte y vigente, sobre todo en adolescentes.
Históricamente, los colegios y jardines infantiles han realizaron distintas acciones para advertir los efectos dañinos del cigarrillo. Sin embargo, un grupo importante de esos mismos niños (hoy adolescentes y adultos) son consumidores de tabaco. ¿Falló la educación ahí? No sería raro que más de alguien sienta que esta conducta es reponsabilidad de los publicistas y sus campañas.
En este contexto, los caminos a tomar deben ser más concretos, estructurados y educativos para las futuras generaciones.
No basta solo con prohibir el consumo de tabaco en ciertos lugares y con imponer las penas del infierno para quienes hagan caso omiso de la ley. Es necesario crear un entorno educativo efectivo, que logre generar un cambio en los niños, quienes serán los principales afectados en el futuro.