En la escandalosa comedia de equivocaciones de la CASEN 2011, el gobierno decidió con una soltura de cuerpo impresionante tirar la guagua junto con el agua de la bañera.
Claro, en lugar de asumir el compromiso ante el país de no manipular las cifras de pobreza y de honrar el respeto y la seriedad que Chile tiene por la confiabilidad de sus estadísticas, decidió suspender la toma de la CASEN 2012 e intervenir un Servicio público que goza de la confianza nacional e internacional, en un vano intento de conseguir por la vía de la Ley lo que corresponde a la ética con que debe actuar las autoridades públicas.
No es necesario hacer reformas al INE para que pueda asumir la CASEN o cualquier otra tarea de su incumbencia, no hay derecho a suponer desde ya que con el actual INE se podría repetir lo que se hizo con la última CASEN.
Más que reformas a este servicio se requiere revisar los cuerpos legales que sancionan conductas que atentan contra la fe pública cometidas por altas autoridades de gobierno.
Allí está el verdadero cuestionamiento, es eso lo que está pasando colado. Una vez más otro volador de luces, para desviar la atención sobre una grave falta que incluye haber hecho mal la pega nada menos que por un ministro y una subsecretaría de un gobierno que prometió justamente lo contrario.
Hace mal la oposición con valorar una reforma innecesaria, espero que el proyecto sea rechazado y que no se pierda un minuto en una discusión que no tiene otra razón que echar tierra sobre una chambonada descomunal.
¿Alguien puede pensar que un directorio compuesto por representantes de distintas reparticiones dependientes de las mismas autoridades políticas, puedan dar una señal de independencia y objetividad? Al menos para este gobierno, no.
Más grave aún, resulta el intento de poner fin a la historia, creando una nueva definición de pobreza que no podrá ser empalmada para tener la continuidad histórica del avance de las políticas sociales en este rubro. Si el actual 14,4% de pobreza es el resultado de un manejo de cifras, mal se puede perpetuar como un dato significativo hacia delante.
¿Qué hacer? Ponerse una vez colorado reconocer que se hizo mal y con total transparencia hacia los actores públicos y privados, dar seguridad de que la lección está aprendida hacer un buen trabajo y recuperar la confiabilidad perdida.
La soberbia de que hacen gala las actuales autoridades del país, es un obstáculo para realizar una autocrítica como la señalada, pero al final de cuentas, si resulta ya ineludible iniciar el proceso, pártase con este caso.