50 años tiene ya la tecnología utilizada por la banca chilena en los cajeros automáticos para que sus clientes operen y saquen su dinero. La banda magnética es muy simple de duplicar a diferencia de otras más modernas como los mecanismos utilizados en la tarjeta BIP.
El acceso a un cajero automático solo requiere de la tarjeta que proporciona la entidad financiera y de una clave de cuatro dígitos bajo el dominio del cliente. Las tarjetas guardan en cinta magnética los datos que permiten acreditarse ante su sistema computacional y llegar a lascuentas donde reside nuestro dinero.
En este punto se centran los fraudes. La clonación no tiene más secretos que grabar los datos de la cinta magnética de una tarjeta de cliente y luego duplicarla.
Por ello, los delincuentes intervienen los cajeros automáticos e instalan dispositivos que son fácilmente adquiribles en el mercado, como un lector-grabador de cintas magnéticas, teclados de registro de digitación y mini videocámaras para grabar la clave que digitó un cliente. Lo sofisticado de las alteraciones puede engañar a moros y cristianos.
¿Tienen los delincuentes mejor ingeniería, habilidades y más capacidad de innovación y emprendimiento que la propia banca? ¿Basta con que se devuelvan los dineros?
La obligación legal de cautelar los fondos de los clientes no se cumple con soluciones que trasladan a las propias personas ese rol. Esa responsabilidad es indelegable.
La tecnología y la ingeniería existen para resolver desde hace muchos años esta falta en el buen servicio y más.