La CASEN 2011 nos ha traído una buena noticia: la pobreza ha disminuido ubicándose en 14,4% como producto de la baja de la extrema pobreza o indigencia.
No es una “gran noticia” pero sí es una buena noticia y no tiene sentido andar buscando explicaciones secundarias y a veces peregrinas para tratar de restar los méritos que hay detrás de este resultado.
No hace mucho tiempo nuestro desafío era como mejorar la situación de precariedad en que se encontraban cinco millones de chilenos sumidos en la miseria, el Chile de hoy se encuentra lejos, muy lejos de esa cifra vergonzosa, luego del traspié del período 2006-2009 se ha vuelto a la trayectoria propia de los últimos veinte años: tras cada medición hay menos chilenos en situación de pobreza.
Las políticas sociales han rendido sus frutos y también la economía con el crecimiento y la creación de empleos.
Queda tarea por hacer y si es posible apurar el tranco como pareciera que sí se puede, debiera trabajarse en esa dirección.
¿Qué falta para que ésta sea una “Gran Noticia”?
Se pueden tener muchas opiniones, pero a mi juicio hay un elemento que permitiría asentar definitivamente la superación de la pobreza de cada familia y hogar de Chile.
Ello es que la remuneración del trabajo y por lo tanto efectivamente el empleo permita obtener un ingreso que sea superior al piso que marca la pobreza.
Hoy lamentablemente no es así, un trabajador chileno con mujer que no trabaja y un hijo, si gana el salario mínimo cae dentro del 14,4% de pobres. Es decir el empleo ayuda a mejorar la situación económica familiar, pero tener empleo y dar empleo no asegura salir de la pobreza.
Esto no es así en los países desarrollados y refleja una aguda injusticia del sistema. Así por lo demás acaba de ser reconocido parcialmente por el actual gobierno al fijar un bono especial para mujeres jefes de hogar de $34.000, por lo que en el ejemplo anterior si se trata de una trabajadora chilena con marido desocupado e hijo, sí obtiene un ingreso per-cápita que la deja fuera del 14,4%.
Resulta del todo indispensable expandir la medida a todos los jefes de hogar sin exclusión de género.
Si el que trabaja deja de ser pobre, entonces estamos frente a un incentivo que invitaría a una nueva cultura mucho más dignificadora del trabajo remunerado que la actual.
Consolidar los logros obtenidos haciendo más resistentes a las personas a caer en situaciones de pobreza, no es trabajo trivial o simple resultado de, sino que requiere que a lo menos la triada políticas sociales-empleo-ingresos sea proactiva para generar las condiciones que impidan una regresión de lo alcanzado.
Si ya hace un tiempo había consenso respecto a la importancia del crecimiento y la generación de empleo creo que el mayor hito de la CASEN 2011 sea que también las políticas sociales han pasado a constituir el tercer elemento indispensable para superar la pobreza. Y en economía llegar a consensos no es sencillo y normalmente es muy provechoso.