El Wall Street Journal ha reclamado en contra de las reformas socioeconómicas que ha propuesto el gobierno de Sebastián Piñera. Este estaría a la defensiva y no sería capaz de defender la esencia del exitoso modelo de desarrollo chileno marcado por la “la moralidad del mercado y la santidad de los derechos individuales”.
Sin embargo, el modelo de desarrollo chileno aplicado desde 1973 ha sufrido importantes reformas y ha tenido tan diversos resultados socioeconómicos que no se puede hablar de “un” modelo de desarrollo. Por ello no nos debiera extrañar que nuevamente la economía chilena deba enfrentar importantes reformas en pro de la igualdad social y del desarrollo productivo.
Chile es presentado, con inusitada frecuencia, como un caso paradigmático de reformas y crecimiento exitoso. Se habla incluso de “el modelo chileno”, como si Chile hubiese tenido una política económica “única” desde los setenta y desempeños económicos y sociales homogéneos en los cuatro decenios transcurridos desde el golpe militar de 1973.
Manuel Castells señala que el modelo de desarrollo chileno se caracteriza, a partir de 1973, por ser liberal en lo económico, autoritario en lo político y excluyente en lo social.
De una economía cuyo principal motor era el Estado, pasamos a una abierta y de mercado.A través de privatizaciones, desregulaciones y liberalizaciones de la economía, el gobierno dictatorial llamó a las empresas privadas a remplazar al Estado en un nuevo papel económico: conquistar los mercados internacionales. El “modelo chileno” ha mantenido, durante las últimas cuatro décadas, fundamentos constantes pero con diferentes modalidades.
Bajo el gobierno del General Augusto Pinochet se impuso una economía abierta y de mercado que se aplicó, entre 1973 y 1989, en forma autoritaria en lo político y excluyente en lo social. Se trató de una primera etapa neoliberal propiamente tal.Sin embargo, a raíz de la crisis económica de 1982, la dictadura ya hizo un primer cambio al modelo estableciendo regulaciones estatales de carácter pragmáticas – que promovieron la recuperación del crecimiento económico -, pero regresivas – pues aumentaron desempleo, pobreza y desigualdad-.
Es cierto que durante la dictadura de Pinochet se produjeron diversas modernizaciones en Chile. Sin duda, varias de ellas han constituido bases permanentes para las estrategias democráticas de desarrollo, pero otras constituyen un pesado lastre. El crecimiento económico del régimen neoliberal de Pinochet, entre 1973 y 1989, promedió sólo 2,9% anual, la pobreza marcó 45% y la distribución del ingreso se deterioró notablemente.
A partir de 1990, los gobiernos democráticos mantuvieron la matriz económica heredada, pero aplicaron dos cambios centrales: democracia política e inclusión social. Ahora bien, bajo los gobiernos de la Concertación se pueden observar también dos etapas.
La primera en que se acentuó el cambio, entre 1990 y 1997. En ella se aplicaron reformas laborales, sociales, tributarias, fiscales y monetarias que elevaron el crecimiento económico, bajaron la pobreza y mejoraron levemente la distribución del ingreso. A partir de 1998, los elementos neoliberales y continuistas del modelo heredado de 1973 se impusieron por diversas razones políticas, económicas, sociales e ideológicas.
Empero, el balance democrático es muy superior al autocrático, aunque no logramos mantener el ritmo y sentido de las reformas que la economía y la sociedad chilena requerían.
La Concertación logró mejores niveles de crecimiento económico, del empleo, y de los ingresos de los sectores medios y pobres. El crecimiento económico entre 1990 y 2009 fue de un 5% (5,3% si se excluye la recesión de 2009).
Dicho crecimiento económico más políticas públicas activas redujeron la pobreza del 45% al 15,1% de la población. En la dimensión social, no sólo se redujo la pobreza mediante políticas públicas.En efecto, los salarios promedios reales eran 74% superiores en 2009 que en 1989 y el salario mínimo se había multiplicado por 2,37; agudo contraste con los salarios durante la dictadura, que en 1989 eran menores que en 1981 y que en 1970.
Así Chile avanzó más rápido que los otros países de América Latina, y acortó significativamente la distancia que lo separa de las naciones más desarrolladas. El PIB por habitante se expandió a un promedio anual de 3,6%, en comparación con 1,3% en 1974-89.
En moneda comparable, ajustada por paridad de poder adquisitivo (PPA), en 2009 el PIB per cápita alcanzaba a 31% del ingreso promedio de los habitantes de los EEUU, la mayor economía del mundo. La trayectoria de los decenios pasados ha mostrado altibajos. En 1989, con fuertes retrocesos marcados por la profunda crisis de 1982-83, llegaba apenas al 20,5%.
Sin embargo, con el retorno a ideas más neoliberales a partir de 1998, el gobierno perdió la iniciativa para aumentar inversión social, productiva y regulación de la macroeconomía.
Eso significó que se debilitará el crecimiento económico y se disminuyera la velocidad en la reducción de la pobreza y de la desigualdad. Al igual que bajo la dictadura, el desarrollo económico en democracia no fue lineal.
El crecimiento económico y el alza de los salarios y del empleo fueron notablemente más lentos en la segunda que en la primera mitad de los gobiernos de la Concertación. La constatación de las brechas de PIB y equidad, que resurgieron desde 1999, agudizan esta negativa percepción.
Lo anterior sumado a la crisis económica internacional, el desgaste de veinte años de gobierno y una creciente frustración social en la ciudadanía, especialmente entre las nuevas capas medias surgidas durante la redemocratización, llevaron al triunfo del actual gobierno ligado a las ideas de neoliberalismo económico.
Las protestas de más de dos millones de chilenos durante el año 2011 han obligado al nuevo gobierno a presentar una tímida agenda de cambio económico, político y social. La tarea de la centro-izquierda es ahora presentar una nueva etapa de reformas para lograr más crecimiento económico y cohesión social.
Leer versión extendida en: http://www.asuntospublicos.cl/2012/06/el-modelo-economico-chileno-en-dictadura-y-democracia-mitos-y-realidades/