Frecuentemente estamos escuchando quejas de los consumidores, acerca de las malas prácticas y la percepción de políticas abusivas por parte de algunas empresas del retail.
¿Quién no escucha quejas a diario?
El año pasado vivimos un escándalo de proporciones con el caso La Polar. Hoy más que en otras épocas, nos sentimos perjudicados con mayor periodicidad, vulnerados, no confiamos en lo que se nos ofrece, fruto de malas experiencias nuestras o de otros y permanecemos con una constante sensación de que se nos está escondiendo información, que no hay transparencia y que los márgenes de venta o políticas de crédito de algunas de estas grandes empresas son abusivos.
Por otro lado, también sucede que el marketing, nos ofrece irrealidades y fantasías bastante absurdas, con promesas increíbles y como anhelamos ser más “felices”, acorde a lo que la propaganda nos indica, entonces es menester comprar, cada día, toda clase de bienes y servicios
Caemos en esta actitud, porque somos simples mortales, con un montón de preocupaciones diarias y no tenemos tiempo para analizar en detalle cada uno de nuestros actos.
No somos tontos, por cierto, pero al parecer nuestras neuronas, muchas veces no funcionan de manera adecuada ni tomamos decisiones racionales. Es así como se crean en nosotros expectativas que finalmente, no se cumplen, generando frustraciones e incluso, molestia, rechazo y rabia.
Falta coherencia, entre lo que se ofrece, como se ofrece, que condiciones de transacción se nos proponen o “imponen” y la realidad final de lo que recibimos o percibimos que se nos entrega.
No nos damos cuenta que tenemos en nuestras manos, un enorme poder. Nuestra decisión de que comprar y que no, implica un acto significativo de poder sobre la orientación de las empresas.
Para ejercer este poder adecuadamente, necesitamos mercados transparentes, buena información, marketing realista, claridad en la cadena de comercialización, es decir conocer quien produce, como produce y si mi compra beneficia el crecimiento del productor que hay detrás del artículo que compro y si este satisface valores y estándares sociales, laborales y medioambientales. El Comercio Justo (o fair trade, en inglés) se presenta como una propuesta de solución y se torna una tendencia que cada día captura más adeptos.
El comercio justo, es un tipo de intercambio económico que surge de una nueva relación libre, directa y honesta entre pequeños productores, los consumidores más conscientes de la fuerza que tiene su poder de compra, para modificar los patrones y parámetros de consumo. La intención es fomentar el consumo responsable en nuestras sociedades.
Este sistema de comercio reduce la cadena que lleva el producto hasta el consumidor final y permite que el beneficio sea mayoritaria y principalmente para los productores, sin necesidad de que intervengan intermediarios que no practiquen la transparencia en sus relaciones de negocios.
Las tiendas o grupos de distribución, que sostienen este tipo de comercio en el mundo, se ponen en contacto con el consumidor y actúan como agente de los productores y de los consumidores, compran los productos a la organización de Comercio Justo, lo procesan, lo transforman y lo comercializan, ayudando a que esos productos puedan ser accesibles para los consumidores que buscan más información.
En Chile, en los últimos años han surgido varias iniciativas esperanzadoras en este ámbito.
La preocupación por condiciones laborales dignas, la defensa del medio ambiente, el fomento de la agricultura ecológica, no utilizar mano de obra infantil y no discriminar por razones de sexo o raza, son algunos de los criterios por los que se rige el Comercio Justo.
Para que este comercio pueda recibir el calificativo de justo, tiene que existir una condición también imprescindible, el mejor precio o las condiciones de venta más estables y comprometidas, no tan sujeto a los vaivenes de oferta y demanda.
En este contexto es fundamental la existencia de consumidores conscientes, que estén dispuestos a pagar a veces un precio un poco más alto.
El desafío ahora, es como se difunde y construyen espacios que impulsen el Comercio Justo a nivel nacional, creando por ejemplo estrategias de venta interna, como la creación de nuevos tipos de tiendas, con este principio; programas de regalos corporativos a empresas con planes de responsabilidad social; conversaciones con empresas de retail para ir abriendo espacios para pequeños productores, entre otros.
Si bien he podido percibir, interés de organismos e instituciones públicas, como los casos de CORFO, SERCOTEC, FOSIS, PROCHILE y otros, en el desarrollo y crecimiento de esta propuesta como una opción novedosa para los emprendedores, esto no lo podrá hacer cada organización por si sola, es necesario unirse, convocar a organizaciones y consumidores y poder comenzar un camino que nos permita hacer realidad un Comercio más Justo y consciente en Chile.