Está quedando en evidencia que en los últimos años más que crearse puestos de trabajo formales, bien remunerados y estables lo que se está produciendo es empleo independiente, precario, temporal y de muy baja calidad.
Así lo demuestra la disminución en la densidad previsional de casi 10 puntos en los últimos tres años, que refleja un estudio de la Superintendencia de Pensiones. Si hasta el año 2008 los trabajadores cotizaban un 56% de todos los meses de su vida laboral, hoy sólo lo hacen el 46%, lo que impactará severamente en sus futuras pensiones.
Si bien la creación de empleo independiente o informal es habitual al término de una crisis económica, como la vivida por el mundo en el año 2008, han transcurrido varios años y las cifras no se modifican sustantivamente, sino que empeoran. O sea, hay un deterioro notorio en la calidad del empleo que se está creando. Nuestra economía parece haberse acostumbrado a esta dinámica.
Estas cifras son una clara luz de alerta respecto de las estadísticas de empleo que ha mostrado con tanta satisfacción el Gobierno.
Se revela claramente que en los últimos años no se han creado 500 mil empleos formales, sino que miles de personas han sido conducidas a la informalidad, a empleos independientes, rotativos, precarios y de baja calidad.
Muchos chilenos, especialmente dueñas de casa, tras largos meses de no encontrar un trabajo, emprendieron iniciativas propias como puestos en ferias libres, pequeños negocios, venta de productos por catálogo, taxis colectivos o fletes, por poner algunos ejemplos.
Estudios especializados, como los de Fundación Sol, ya venían revelando que más del 60% de los empleos creados durante el actual Gobierno son trabajos “por cuenta propia”, “personal de servicio doméstico”, “familiar no remunerado”, o empleadores de microempresas de menos de 5 personas, los que suelen ser precarios y no están cubiertos por los sistemas de protección habituales, como la previsión.
Evidentemente, algún lector dirá… es mejor un empleo informal que ninguno y señalará que para quien busca llevar ingresos a su hogar poco le importa, al menos en un primer momento, la calidad del mismo. Y es cierto. ¡Cómo no estar de acuerdo!
Sin embargo, quienes tienen responsabilidades en la materia están obligados a ver más allá de las cifras y no quedarse en la autocomplacencia, como la ha hecho el Gobierno.
A las autoridades esto no les parece raro. El ministerio del Trabajo anunció la creación de una comisión para estudiar el incremento en la cotización previsional. Sobre la calidad del empleo, ni una palabra. No hay inquietud por el problema, sino sólo por sus consecuencias. Como el sillón de Don Otto.
Es cierto que la previsión es muy inquietante y debe revisarse. A mi juicio, no para aumentar la edad de jubilación o elevar la cotización administrada por las AFP, sino para cambiar estructuralmente el sistema de capitalización individual y de gestión privada por uno que entregue mejores pensiones, disminuya los costos y, en definitiva, le de confianza a los chilenos. Eso es lo que fomentará la cotización regular. Hoy millones de compatriotas sienten que imponer es tirar la plata a un saco roto.
Sin embargo, también resulta urgente ocuparse de la calidad del empleo que se está creando. Hay que revisar en profundidad las cifras sobre generación de puestos de trabajo que se han lucido en los últimos meses y analizar la necesidad de políticas públicas y señales que apunten a contar con empleo de mejor calidad.
Para ello también es relevante la fiscalización y la modificación de las normas laborales en lo que se refiere al concepto de empresa (multirut), sindicalización y negociación colectiva.