26 nov 2011

En búsqueda de la responsabilidad revolucionaria

Veinte años atrás las empresas empezaron a hacer negocios de forma diferente, con un movimiento de mayor responsabilidad social empresarial, cuyas esperanzas eran altas en base a un nuevo paradigma que permitiría “limpiar” el mundo y hacer de éste un mejor lugar para vivir, más sostenible, con un mayor bienestar para los empleados de las organizaciones, junto con rendimientos financieros como barómetros de éxitos.

Sin embargo, aunque muchas empresas hicieron un progreso sustancial hacia esta reinvención en la forma de hacer negocios y de su economía, el movimiento como un todo ha fallado. Mirando lo que funciona y lo que no, aún falta mucho para ser auténticamente responsables y no podemos esperar más tiempo para este cambio.

Hubo demasiados cambios incrementales y no suficiente revolución real.

Muchas empresas se declaran responsables, participan en concursos, reciben premios y reconocimientos y, sin embargo, la contribución efectiva que hacen es mínima y, en algunos casos, el aporte corporativo es sólo una forma de “lavar su imagen” y de hacer una distracción de su verdadera operación engañosa.

Este año hemos visto como La Polar, una empresa del retail fue sorprendida (bastante tarde) por las autoridades, logrando burlar la mayoría de las instancias encargadas de fiscalizar su accionar. Su mal comportamiento afectó a más de un millón de clientes que confiaron en sus prácticas comerciales, y que hoy esperan de la justicia una sanción ejemplarizadora.

El retail no crea nada. Compra y revende. Por eso es que en su estrategia corporativa, comercial y comunicacional debe tener, como ningún otro, un eje central basado en la confianza, ya que ésta, una vez destruida, es prácticamente imposible volver a ganarla en el mercado.

En Chile y en la industria del retail hay empresas que se esfuerzan al máximo por hacer las cosas bien. Un caso es Sodimac, que aplica una estrategia de responsabilidad bien planificada y cuenta con un reconocimiento importante a su gestión.

Aún así, los casos de logros y avances significativos no son abundantes.

Por lo tanto, uno de los principales aprendizajes y lecciones está centrado en un nuevo tipo de comportamiento ético y sostenible que se extienda con mayor fuerza desde todos los rincones de la empresa, proveedores y comunidad, con el propósito que no sólo tengan como metas reducir los impactos negativos focalizados al ámbito empresarial, sino, a su vez, crear un nuevo tipo de responsabilidad cuyo alcance sea más grande y que tenga como meta crear impactos con efectos positivos en toda la cadena de valor con un mayor efecto social.

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  • http://www.facebook.com/people/Patricio-Valenzuela-Ormeno/607859346 Patricio Valenzuela Ormeno

    Mientras el parámetro universal, la medida de todas las cosas, la unidad a la que se reduce toda actividad humana, siga siendo el dinero, difícilmente se logrará que haya un compromiso serio de las empresas por llevar la RSE más allá de ser un instrumento de publicidad para generar una mejor imagen ante sus potenciales clientes. Seguirá siendo un componente más del mix de actividades tendientes a maximizar la rentabilidad privada de la empresa.
    Mientras el principal argumento para tomar vacaciones sea “regresar con más energía para trabajar más y mejor para la empresa”, estamos mal.
    Si todas nuestras actividades diarias se hacen en función y tienen justificación metafísica en pro de ganar más dinero para nosotros o nuestros empleadores, estamos jodidos.
    ¿Vivimos en nuestras casas y “vamos a trabajar”, o vivimos en el lugar de trabajo y “vamos a la casa a descansar”?… ¿Cuál es nuestra “base de operaciones” vital?
    Hasta hace un tiempo, tenía algunas esperanzas de que la llamada “Generación Y” valorizara realmente su tiempo personal, sacrificando ingresos en pos de conseguir un trabajo más vivible, tomando vacaciones prolongadas mediante la renuncia a sus empresas por períodos de varios meses, y volviendo al mercado laboral después de su largo viaje de bajo presupuesto.  Sin embargo creo que a esa generación a la larga igual se la está comiendo el consumismo, la necesidad de bienes caros para cuya adquisición se debe dedicar mayor cantidad de tiempo a trabajar para otros.   Fueron un aporte y de ella nacieron varias organizaciones “verdes”, “de fines sociales” o “sin fines de lucro”, pero creo se ha ido desgastando con el tiempo.
    Necesitamos otra nueva oleada de gente de refresco.  Gente a la que le importe un bledo el crecimiento económico.  Que esté dispuesta a tener menos comodidades y riqueza material que sus predecesoras a cambio de más tiempo libre y menos contaminación. Que sea la generación que lidere organizaciones cuyo objetivo principal sea lo que hoy llamamos RSE, y que considere al dinero y los flujos financieros como un simple medio para lograr otros fines.

  • http://www.facebook.com/people/Patricio-Valenzuela-Ormeno/607859346 Patricio Valenzuela Ormeno

    Mientras el parámetro universal, la medida de todas las cosas, la unidad a la que se reduce toda actividad humana, siga siendo el dinero, difícilmente se logrará que haya un compromiso serio de las empresas por llevar la RSE más allá de ser un instrumento de publicidad para generar una mejor imagen ante sus potenciales clientes. Seguirá siendo un componente más del mix de actividades tendientes a maximizar la rentabilidad privada de la empresa.
    Mientras el principal argumento para tomar vacaciones sea “regresar con más energía para trabajar más y mejor para la empresa”, estamos mal.
    Si todas nuestras actividades diarias se hacen en función y tienen justificación metafísica en pro de ganar más dinero para nosotros o nuestros empleadores, estamos jodidos.
    ¿Vivimos en nuestras casas y “vamos a trabajar”, o vivimos en el lugar de trabajo y “vamos a la casa a descansar”?… ¿Cuál es nuestra “base de operaciones” vital?
    Hasta hace un tiempo, tenía algunas esperanzas de que la llamada “Generación Y” valorizara realmente su tiempo personal, sacrificando ingresos en pos de conseguir un trabajo más vivible, tomando vacaciones prolongadas mediante la renuncia a sus empresas por períodos de varios meses, y volviendo al mercado laboral después de su largo viaje de bajo presupuesto.  Sin embargo creo que a esa generación a la larga igual se la está comiendo el consumismo, la necesidad de bienes caros para cuya adquisición se debe dedicar mayor cantidad de tiempo a trabajar en un empleo.   Fueron un aporte y de ella nacieron varias organizaciones “verdes”, “de fines sociales” o “sin fines de lucro”, pero creo se ha ido desgastando con el tiempo.
    Necesitamos otra nueva oleada de gente de refresco.  Gente a la que le importe un bledo el crecimiento económico.  Que esté dispuesta a tener menos comodidades y riqueza material que sus predecesoras a cambio de más tiempo libre y menos contaminación. Que sea la generación que lidere organizaciones cuyo objetivo principal sea lo que hoy llamamos RSE, y que considere al dinero y los flujos financieros como un simple medio para lograr otros fines.

  • http://www.facebook.com/people/Eduardo-Salvatierra/100001933151183 Eduardo Salvatierra

    Interesante comentario!!, Felicitaciones: pero en realidad lo que ha fracasado es el “sistema” y no el “movimiento” ya que la RPS solo ha sido una estrategia para “limpiar” imagén de las tropelias de los privados, que se autoregulan, sin contrapeso, al no dejar  que regule el Estado. Saludos  

  • http://www.facebook.com/people/Eduardo-Salvatierra/100001933151183 Eduardo Salvatierra

    Interesante comentario!!, Felicitaciones: pero en realidad lo que ha fracasado es el “sistema” y no el “movimiento” ya que la RPS solo ha sido una estrategia para “limpiar” imagén de las tropelias de los privados, que se autoregulan, sin contrapeso, al no dejar  que regule el Estado. Saludos