Según estudios genómicos los seres humanos somos iguales en 995 y diferentes en 5 de 1.000 nucleótidos.
Si queremos disminuir las guerras, conflictos sociales, crueldades ideológicas y religiosas, debemos aceptar esta realidad biótica y ser consecuentes con ella.
No hay fundamento para el racismo, machismo, desigualdad socio-cultural, de ingresos, acceso a la propiedad, poder, información, conocimiento, etc.
Estas desigualdades injustas son creadas por el ser humano, pueden ser desechas cuando el ser humano quiera. Ideológicamente no quiere.
A medida que la humanidad tome consciencia de esta proporción igualitaria molecular, desaparecerán las formas desiguales de convivir, incluido el capitalismo salvaje.
El primer país con conciencia genómica está viviendo una revolución comunitaria acallada en la prensa mundial (Islandia).
La forma capitalista, o más general, apatronada de producción crea desigualdades que han producido millones de muertos, luchando por la posesión de la tierra, del capital, del poder.
La empresa capitalista es una fuente de desigualdad y negación de democracia, ya que divide a los seres humanos en poseedores del capital, con ingresos enormes, y trabajadores sin capital y con ingresos exiguos: los trabajadores no eligen a sus patrones.
Ideológicamente los seres humanos nos dividimos, en general, en dos grupos. Los que luchamos por una proporción justa de igualdad-desigualdad, según el genoma, en la convivencia humana y los que luchan por la mantención y aumento de las desigualdades en el ingreso, posesiones, poder y otras distribuciones de bienes de la humanidad, desestimando el conocimiento genómico, y mantenidas por el poder afín a esa ideología.
En Chile los impuestos son desiguales.
Los empresarios (ricos) pagan menos impuestos que los trabajadores (pobres). El sistema genera y aumenta las diferencias en el ingreso. El capitalista puede capitalizar más, el trabajador tiene 0 capital y su salario, con suerte, le alcanza apenas para las necesidades mínimas. Las diferencias sólo pueden aumentar.
La proposición de justicia impositiva (los que tienen más impongan más) ha producido una gritería opuesta de los empresarios y economistas de derecha. Rasgan vestiduras y claman: no se puede poner un impuesto similar al que tienen los pobres (cerca del 20%) a la gran empresa porque no habrá instalación de empresas que paguen ese impuesto.
(¡¿Cómo se le ocurre asimilar los ricos a los pobres?!).
Entonces sólo se permite la instalación de empresas en que los empresarios paguen menos impuestos que los trabajadores. Los que así piensan y actúan quieren que se aumente la desigualdad ilimitadamente ¡Que se saquen la careta!
Se argumenta entonces que esto favorecerá el crecimiento y empleo de trabajadores (se calla) que paguen más impuestos que los empresarios. Un círculo vicioso que sólo lleva a aumentar la desigualdad y además, aumenta sin límites la tasa de explotación del trabajador.
No les preocupa que el crecimiento, en si mismo, aumente la desigualdad. El que gana $200.000 se diferencia en $1.800.000 del que gana dos millones; si los salarios aumentan al doble la desigualdad aumentará al doble ($3.600.000).
La derecha Económica desde los ministros de Hacienda y Economía hasta el último militante, están empeñados fanáticamente en una campaña de aumentar las desigualdades socioeconómicas ad infinitum.
Si tomamos además del salario los ingresos con capitales, propiedades, poder, etc. Chile sólo puede ser más y más inicuo.
Por otra parte si analizamos hacia donde se van los impuestos de todos los chilenos, vemos que mayormente a los empresarios de aquellas empresas subvencionadas por el Estado directa o indirectamente, que son casi todas.
Por mencionar algunas, las de educación, salud, previsión y bancarias (cuando hay problemas en la banca).
Es decir la gran empresa gana por todas partes y los trabajadores pierden por todas esas mismas partes. El salario de los de clase baja y media termina en las manos de los dueños de supermercados y tiendas que son los mismos o parientes de las otras grandes empresas.
La avaricia y ambición sin límites de los ricos en Chile ha llevado al país a una pendiente de iniquidad difícil de frenar. Hay dos frenos si se tiene voluntad política y se comparte la ideología equitativa:
1) Todos en Chile pagan el mismo impuesto a los ingresos totales (salarios, capitales, bienes raíces, etc.) sin distinción ninguna, si 20%, si 15%, se fijará por plebiscito;
2) Ni un peso del Estado de Chile para las empresas privadas. El erario público de todos los chilenos, pública y transparentemente para todos los chilenos; el privado se rasca en privado con sus privadas uñas.
Dice Jesús “digan sí cuando es sí, y no cuando es no”… al pan, pan, al vino, vino,… al público lo público, al privado lo privado.
Agrega Jesús: “porque lo que se añade lo dicta el demonio” (Mt. 5, 37)… “Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Mt. 6, 24).