Me han hecho varias consultas relacionadas del por qué no baja el precio de la bencina, si las noticias informan diariamente que el valor del petróleo no está con las variaciones de años atrás y más bien es de estabilidad
¿Es que no está operando el Sistema de Protección al Contribuyente ante las Variaciones en los Precios Internacionales de los Combustibles, que todos conocemos como SIPCO?
Tengo que responder que una de las razones por las cuales no baja el precio de las bencinas es precisamente la opción de aplicarlo o no, materia que hoy es irrelevante en la evaluación para muchos expertos.
Digo que es una de las razones, porque existen principalmente dos, una es el alza del precio del dólar.
Hace unos meses podíamos comprar petróleo con dólares que nos costaban algo más de $420 a $ 430 y hoy debemos hacerlo con dólares que nos cuestan sobre los $500; ya todos sabemos que cuando el dólar sube, todos los productos importados nos resultan más caros y el petróleo es uno de ellos.
La otra razón es justamente el modo de operar del Sipco y a modo de información esta herramienta deriva de otros mecanismos que las autoridades han implementado en el pasado.
Uno fue el Fondo de Estabilización de Precios del Petróleo (FEPP), creado por la Ley N° 19.030 y el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), creado por la Ley N° 20.063.
Pero más allá de la aplicación del Sipco, la gran pregunta que se debe responder hoy es el cobro del Impuesto Específico a los Combustibles.
Cada vez que se proyectan bruscas alzas en el precio de las gasolinas, como la que fue pronosticada para esta semana, se instala la discusión sobre una rebaja o la eliminación de este impuesto, medida que según expertos produciría una caída de al menos $200 por litro en el precio de las bencinas.
Llegando entonces a cifras más o menos decentes que serían bajo los $600, que es lo más justo para los que andamos en la calle.
Está opción sí tendría un efecto y provocaría una rebaja importante para los consumidores y las plataformas productivas y distributivas a mi modo de ver.
Pero las autoridades responden con una negativa total, debido a la importante recaudación que recoge el Estado.
Un antecedente más, este Impuesto Específico lo paga solamente el 20 % del mercado, o sea los que utilizamos las calles, carreteras y caminos. Y por tanto, principalmente, quienes “mueven” la producción del país.
El 80%, las grandes empresas no lo cancelan y lo más lamentable, se lo devuelven.
Por lo tanto es un impuesto absolutamente inequitativo socialmente y privativo a la propia economía del país.
Permitir su rebaja abre espacios mayores de recaudación para el fisco dado que generaría mayor actividad en los diferentes sectores productivos que participan de nuestra economía.