El actual escenario mundial caracterizado por la confluencia de distintas crisis –financiera, económica, alimentaria y climática- pone de manifiesto la necesidad de transitar hacia un nuevo paradigma de desarrollo, un “nuevo trato” que permita derrotar la pobreza y la desigualdad en nuestros países, pero conservando los ecosistemas para no hipotecar a las generaciones futuras.
En la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) creemos que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, que se realizará en junio de 2012 en Río de Janeiro, Brasil, es una oportunidad histórica para sentar las bases de este nuevo modelo de desarrollo, donde las demandas, prioridades e intereses de nuestra región estén ampliamente representados.
Esto dependerá en gran medida de los acuerdos que se logren en la Reunión Regional Preparatoria para Río+20 que se desarrollará los días 7, 8 y 9 de septiembre en la sede de la CEPAL en Santiago de Chile.
Durante tres días, los países de la región definirán la posición conjunta que presentarán en esta conferencia que se llevará a cabo dos décadas después de la recordada Cumbre de la Tierra de 1992 efectuada en la misma ciudad brasileña, la cual consolidó el concepto de desarrollo sostenible a nivel mundial.
Pese a las turbulencias económicas, estimamos que la región seguirá creciendo en 2012 de la mano de gobiernos democráticos que cuentan con fundamentos económicos más sólidos que en el pasado y bases sociales en progreso, así como con instituciones ambientales fortalecidas.
Pero el hecho de ser la región con la distribución de ingresos más desigual del mundo obliga a América Latina y el Caribe a trabajar aceleradamente en la definición de este nuevo “pacto social”, basado en la transformación de los patrones de producción, con empleo pleno y criterios ambientales.
La experiencia regional reciente nos muestra la necesidad de contar con Estados fuertes y políticas públicas con visión de largo plazo.
El llamado es a construir una gobernanza mundial que promueva una mayor conciencia colectiva sobre los bienes públicos globales.
Están dadas las condiciones para salir de Río+20 con una institucionalidad mundial que nos permita caminar hacia un desarrollo sostenible y economías bajas en carbono.
Además de organizar la Reunión Regional Preparatoria, la CEPAL coordinó la producción de un documento que evalúa los adelantos y falencias de la región con respecto a los compromisos globales de desarrollo sostenible asumidos tras la conferencia de 1992.
El informe, elaborado con aportes de 19 organismos, fondos y programas de las Naciones Unidas, también incluye lineamientos estratégicos para transitar hacia el desarrollo sostenible en la región.
Esperamos que éste sea un insumo útil para el debate regional.
Finalmente, propongo que el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) evolucione hacia un Consejo de Desarrollo Sostenible, a la vez de que se fortalezca el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como organismo mundial ambiental y que las comisiones económicas se constituyan en el brazo regional de esta institucionalidad global.