A raíz de las consecuencias de la crisis subprime en Estados Unidos, la más profunda desde la gran depresión de los años 30, se llevó a cabo una enorme reforma financiera, conocida como la ley Dodd-Frank en reconocimiento a sus impulsores, el Senador Chris Dodd y el representante Barney Frank.
Esta dio origen, entre otras cosas, a la agencia de protección al consumidor en el ámbito financiero, muy similar a lo que en Chile hemos denominado el Sernac Financiero.
Su función es cautelar los derechos de las personas en contratos de tarjetas de créditos, préstamos hipotecarios y otros servicios relacionados. Se trata de una agencia con mucho poder y con capacidad para dictar normativa y ser cumplida por entidades bancarias y no bancarias. Su autoridad máxima es nombrada directamente por el Presidente de la República con la aprobación del Senado, lo que indica la importancia del organismo. El objetivo fundamental es preservar apropiadamente el funcionamiento del mercado en el largo plazo, esto supone resguardar una relación de confianza entre los consumidores y las empresas.
La conclusión a la que arribó la discusión pública en el país del norte, es que el propio desarrollo de una economía de mercado requiere de instituciones que protejan adecuadamente su funcionamiento. En otras palabras, el modelo se legitima y potencia en la medida que sus participantes perciben que son tratados de manera justa.
Desde esta perspectiva, el comportamiento de La Polar con sus propios clientes ha sido lamentable, esto no sólo ha deteriorado su posición financiera, solvencia e imagen pública, también ha generado externalidades negativas a otras empresas del mismo sector y a la misma actividad del mercado.
Situación que se agrava cuando los involucrados son personas que pertenecen a segmentos de ingreso relativamente bajos, con menor capacidad de defenderse. Se ha expandido una sensación de abuso cuyos límites van más allá de la propia empresa.
Frente a esto, el sistema requiere imperiosamente dar señales, de forma oportuna y completa, que este tipo de fraudes no se repetirá a futuro.
Los consumidores afectados tienen que ser debidamente compensados, no basta sólo una oferta de la compañía, esta debe ser inequívocamente beneficiosa con las víctimas, por lo cual, la aprobación del SERNAC es indispensable.
A nadie debe caber dudas que el abuso y arbitrariedad como estrategia de negocios es, finalmente, un pésimo negocio. Esto no sólo en resarcimiento de los deudores de La Polar, sino también como un factor imprescindible para proteger y desarrollar los mercados en el largo plazo.
Por la misma razón, la sociedad debe castigar con justicia a los ejecutivos involucrados en el diseño y puesta en práctica de este fraude. Las señales en este caso son particularmente relevantes.