La Asamblea General de Naciones Unidas declaró el año 2010, el 30 de agosto como el día internacional de las víctimas de desaparición forzada. En Chile también lo conmemoramos como el Día Nacional del Detenido Desaparecido.
La práctica de la desaparición forzada ha sido utilizada en Chile, en América Latina, y en otras regiones del mundo para infundir terror en la población. No se trata sólo de un expediente represivo común destinado a amedrentar a los militantes de una causa, sus cercanos y familiares, sino a toda la población, al conjunto de la sociedad.
Por eso decimos claramente que la desaparición forzada es una práctica del terrorismo de Estado, un crimen contra la humanidad, del cual los responsables no pueden ser excusados por razones de contexto ni por el paso del tiempo. Son crímenes inamnistiables e imprescriptibles.
La desaparición forzada ha sido utilizada por los Estados y las dictaduras de nuestra región, dejando una estela de miles desaparecidos, pero también por grupos que ejercen la violencia organizada.
El más reciente caso es el de los 42 estudiantes de la escuela rural de Ayotzinapa, en donde policías coludidos con bandas narcotraficantes y el alcalde de Iguala asesinaron a 7 estudiantes e hicieron desaparecer a otros 42. Vivos se los llevaron y vivos los queremos ha sido la consigna de todas las personas decentes de México. Lamentablemente, su gobierno no ha estado a la altura para garantizar a los ciudadanos el imperio de la ley.
El caso pone de manifiesto que la desaparición forzada no es un tema del pasado, ni siquiera exclusivamente de los regímenes dictatoriales, sino una amenaza constante que pende sobre nuestras comunidades ya sea por la acción o inacción de agentes del estado o por grupos armados de carácter político o delincuenciales.
El tema de la desaparición forzada está en el corazón de Chile. Es completamente ineludible. Lo ha sido para construir la democracia y lo sigue siendo para construir el futuro Hay que recordar en este día a la muy querida Sola Sierra, cuyo nombre representa esa larga, valiente, a veces solitaria y dolorosa lucha por la verdad y la justicia en nuestro país.
El Informe Rettig y la Comisión Nacional de Reparación hizo un gran trabajo en la construcción de esa verdad, identificando 1.193 casos. También la segunda etapa del Informe Valech el año 2011, que permitió identificar 30 nuevos casos de desaparición forzada.Pero hay un esfuerzo principal que es el que despliegan los familiares, amigos y compañeros de los detenidos desaparecidos.
Recuperar la dignidad humana de las víctimas de la dictadura es la tarea de toda la sociedad chilena. La memoria de estos hechos recorre permanentemente las calles de Chile, a veces para conmemorar, a veces traumáticamente como lo hemos visto en días recientes.
Este pasado sigue estando presente pero no debemos dejar que nos domine. Debe servirnos para educar a las nuevas generaciones en el respeto a los derechos humanos y en el valor de la democracia.