Cada cierto tiempo los medios de comunicación hacen públicas situaciones de maltrato, violencia hacia los niños que simplemente son inaceptables. Sin bemoles y como sociedad debemos defender con fuerza el derecho a que los niños, niñas y adolescentes puedan desarrollarse de manera segura contra toda forma de maltrato. Este resguardo debe ser en todos los ámbitos, por ejemplo, en la relación entre pares, en la relación entre adultos con los niños, en la relación entre las instituciones, las familias y los niños.
La Convención sobre los Derechos del Niño en su artículo 19 establece que es obligación del Estado proteger a los niños y niñas de todas las formas de maltrato perpetrados por padres, madres o cualquier otra persona responsable de su cuidado, y considera medidas preventivas y de tratamiento. Para ello, es importante avanzar en la formulación de una Ley que prohíba expresamente toda forma de violencia partiendo por la revisión de normas y otros tipos de acciones que faciliten su erradicación.
En este contexto, el rol de la familia es prioritario. La familia es el primer y mejor espacio donde niños, niñas y adolescentes reciben afecto, respeto y comprensión, lo que les permitirá crecer seguros y ser posteriormente adultos que entregan afecto, respecto y comprensión a otros.
Las familias deben ser garantes del buen trato y la co – parentalidad y crianza respetuosa caminos para avanzar en esa construcción permanente. No hay recetas únicas, pero sí reconocemos como prácticas positivas la escucha permanente de los niños, el dialogar como herramienta para resolver los conflictos, el evitar siempre el castigo físico y para ello, generar confianzas con los niños, niñas y adolescentes para que expresen todo lo que les molesta y para llegar a acuerdos que permitan mejorar las relaciones familiares.
Irónicamente los y las que maltratan o agreden a los niños suelen ser personas muy cercanas, precisamente quienes deberían ser las más amorosas y que entregaran protección, dieran seguridad afectiva y acompañaran en las distintas etapas de su desarrollo. Es urgente avanzar hacia formas de relación respetuosas que validen las diferencias, que cuenten con recursos para enfrentar los conflictos, que tengan redes para que como comunidad aseguremos el bienestar de los más pequeños.
Hoy que estamos trabajando en la construcción de la nueva ley y política de infancia que permita construir un Sistema Universal de Garantía de Derechos para todos los niños, niñas y adolescentes el buen trato debe ser la base desde donde construimos. Los adultos somos el ejemplo más cercano y concreto para los NNA. Si queremos promover el buen trato, debemos ser los primeros en relacionarnos bien con otros adultos y especialmente con los niños y niñas.
Las instituciones del Estado, la sociedad civil, las comunidades, familias y los niños debemos unir fuerzas para promover el buen trato y vivirlo cotidianamente. Todos juntos podemos ser parte de este nuevo trato que permita garantizar los derechos de niños, niñas y adolescentes.