El ataque militar aéreo y terrestre de Israel contra la Franja de Gaza, en el cual se emplean más de veinte mil efectivos, registra ya mil doscientos muertos palestinos, el 95% de ellos civiles, mujeres y niños, cifra que solo registra los cadáveres que se han podido rescatar en las horas de cese al fuego impuesto por el reclamo de la ONU.
Gaza es una de los lugares más sobrepoblados del mundo.En solo 360 km cuadrados viven un millón setecientos mil personas, de los cuales al menos un millón cien mil son refugiados. Por ello, el crimen que comete Israel es conscientemente hacia población civil, dada que la incursión área indiscriminada ha golpeado a escuelas, hospitales, centros de personas discapacitadas, protegidos por la ONU, y a viviendas y centros comerciales densamente concurridos. Ello se asemeja a una verdadera masacre étnica.
Israel, justifica oficialmente su ofensiva militar por el asesinato de tres jóvenes israelitas en Jerusalén, de los cuales acusa a Hamas, aún sin presentar pruebas, y que se producen después del asesinato de un joven árabe en Cisjordania en manos de grupos fanáticos israelitas. Ello implicó que Israel, en la persecución de los culpables en Cisjordania, asesinó a seis jóvenes palestinos, hirió a 120 personas y detuvo a más de 400 civiles y esto, a su vez, generó como respuesta, criticada por Al Fatah, el lanzamiento de cohetes por parte de Hamas desde Gaza hacia territorio israelí.
Sin embargo, es evidente que se trata de una excusa dado que el verdadero motivo de Israel para lanzar el ataque militar contra Gaza es político. Es, más bien, una reacción del gobierno israelí, empujado por su sector ultraderechista, al acuerdo en abril pasado entre Al Fatah y Hamas para crear un gobierno palestino de unidad nacional, lo que significó que públicamente Netanyahu diera por terminado el diálogo con Al Fatah y autorizara, como represalia, la construcción de centenares de nuevas viviendas de colonos israelíes en los territorios palestinos de Cisjordania. Esta ha sido la política permanente de Israel.
En los años 80 apoyó el surgimiento de Hamas y en los 90 favoreció el enfrentamiento entre grupos palestinos para aislar y debilitar a Arafat y a la OLP. Oponiéndose, con estas acciones militares en Gaza, a la unidad palestina, el gobierno de Netanyahu fortalece también las posiciones sionistas más extremas dentro de Israel.
No hay que olvidar que el ex Ministro de Relaciones Exteriores de Israel Avigdor Liebermann renunció al gobierno de Netanyahu declarando, textualmente, que había que lanzar al mar muerto a los palestinos y utilizar la bomba atómica contra Gaza para no dejar allí piedra sobre piedra. Este es el clima de odiosidad que rodea la decisión del gobierno israelí de ordenar el ataque militar contra Gaza.
Numerosos analistas internacionales señalan que detrás de la acción militar de Israel a Gaza hay también un mensaje de extorsión al gobierno del Presidente Obama para impedir la negociación con Irán sobre control de las armas nucleares que ciertamente es un hecho político dificilísimo de lograr pero de gran novedad política y que de tener éxito sitúa a Irán en otra situación dentro de la comunidad internacional.
Lo real, es que Gaza está bloqueada por tropas israelitas desde el 2007, los cinco pasos desde Gaza a Israel están cerrados incluso para el traslado de enfermos graves, se impide el paso de la ayuda humanitaria de los organismos internacionales de la cual vive la población de Gaza y de los medicamentos de la OMS a los hospitales donde se atiende la población civil, se interrumpe la electricidad, se contamina el agua y, en estos días de feroces ataques militares, el ejército israelí ha impedido incluso el ingreso de alimentos básicos hacia una población que vive en la extrema miseria.
La solución al conflicto actual no es seguir con los bombardeos y la acción terrestre contra la población de Gaza, sino retirar las tropas a la zona del límite establecido con anterioridad y permitir la autonomía de los territorios palestinos. Solo así podrá lograrse un alto al fuego que impida nuevos crímenes contra los palestinos.
Tanto Cisjordania como Gaza son territorios palestinos ocupados por Israel que en virtud de su poderío militar, el quinto ejército más poderoso del mundo, ha modificado completamente el acuerdo de partición de Palestina decretado por la ONU en 1947 para instalar el Estado israelí y ha anexado arbitrariamente territorios que pertenecen a Palestina violando reiteradamente todos los acuerdos del organismo internacional.
El objetivo del gobierno israelí y sobre todo de la ultraderecha israelita es impedir la unidad palestina y la constitución de un Estado palestino autónomo que conviva en esos territorios con el Estado israelí. Sin embargo, la guerra desproporcionada lanzada contra Gaza ha hecho perder a Israel la batalla comunicacional en el mundo y hoy se encuentra aislada en la comunidad internacional.
Su situación geopolítica se ha desmejorado crecientemente con la mayor fuerza y el poder que adquieren los grupos musulmanes extremistas en la zona. Israel, para garantizar su legítima seguridad, necesita de la paz como Palestina para consolidar el Estado palestino y las acciones militares contra Gaza solo fortalece a los grupos árabes extremos y debilitan a los interlocutores palestinos que como Al Fatah busca incesantemente el diálogo para llegar a acuerdos definitorios sobre el futuro.
Las contundentes declaraciones de condena y las gestiones realizadas con gobiernos de la zona y con el propio gobierno israelí para detener la agresión a Gaza por parte del Secretario General de la ONU, debe ir acompañada de eficaces medidas de sanciones del organismo internacional contra el gobierno israelita y de la acción concreta de los gobiernos democráticos en todo el mundo para restablecer el diálogo y las iniciativas políticas por sobre las militares.
El gobierno chileno, junto a su clara posición de condena expresada en el Consejo de Seguridad de la ONU y por las declaraciones del propio Canciller Heraldo Muñoz, debe concretar la petición unánime del Senado de convocar al embajador chileno en Israel como un gesto concreto de repudio a la masacre israelita en Gaza y concordar acciones con los gobiernos latinoamericanos en esta dirección.