Tras el fallecimiento de Monseñor Alfonso Baeza Donoso (QEPD), con justicia, aparecen múltiples reconocimientos a su vida, obras y enseñanzas. Él perteneció a ese, lamentablemente, cada vez más pequeño grupo de sacerdotes que hace opción preferencial de amor y preocupación por el prójimo, especialmente por los pobres.
Monseñor Baeza fue un ejemplo de valentía y consecuencia, con tal de no fallarle nunca a los necesitados, a los perseguidos, presos, trabajadores, sindicatos.Hasta sus últimos días levantó su voz por ellos, denunciando las injusticias que produce el modelo económico impuesto por la dictadura y refrendado desde 1990, “es escandaloso, Chile no puede seguir creciendo a costa de sus trabajadores”, dijo.
Luego del golpe de Estado de 1973, trabajó en el Comité Pro Paz y la Vicaría de la Solidaridad, pero su servicio más sobresaliente lo cumplió como vicario de la Vicaría Pastoral Obrera de Santiago entre 1977 y el 2000.
Como cura de pueblo, los poderosos desconfiaban, “allá va el cura comunista”, le decían, pero “yo tengo mucha más sensibilidad para lo que les sucede a los trabajadores y los pobladores que lo que les sucede a los empresarios”, respondía él.
A veces, algunos medios y autoridades lo atacaban, como cuando el ministro Chadwick lo acusó de defender a terroristas, pero él no claudicó ni en situaciones extremas, ni siquiera cuando el capellán de gendarmería le pide visitar a los presos de Punta Peuco, a los violadores de los derechos humanos, él accede porque entendía que “aunque una persona sea de lo peor, siempre es una que Dios quiere y, por lo tanto, no se le puede dejar botado porque no es de los nuestros”.
Vivió el cristianismo integralmente, criticaba que “los más ricos y el dinero lo dominen todo. Los que tienen más tienen el poder, controlan los medios de comunicación e influyen en la mentalidad de la gente” y más duro aún, encontraba un “gran escándalo” que la mayoría de los ricos sean católicos.
“La derecha siempre se ha opuesto a la doctrina social de la iglesia.Lo único que le interesa es la libertad de hacer negocios. En general lo que protege es la propiedad privada y lo que más le interesa es hacer negocios que le generen una ganancia.Considera a los trabajadores como un costo, igual que las máquinas, entonces cuando el costo se les hace muy alto, empiezan a despedir”.
Recordaba que al Papa Juan Pablo II, que venía de un país comunista y pobre, quedó “impresionado con la tremenda desigualdad de Chile y en general de Latinoamérica”.
Creía que la Iglesia -clero y laicos- tiene responsabilidad en lo que pasa.“Yo siento que nos quedamos dormidos. Nos movimos cuando vino la dictadura, por temor.Pero uno no tiene que moverse por el temor, sino que por el amor. Aunque suene siútico”.“En estos tiempos tenemos una responsabilidad mayor de mostrar caminos y estar cerca de los que más sufren. A veces creemos que no podemos hacer nada y nos quedamos frustrados. Pero yo creo que un buen cristiano no se puede frustrar.Tenemos que hacer una Iglesia viva, que impulse al Gobierno, a los empresarios y a los políticos a moverse con mayor solidaridad”.
“La tarea es hacer que el pueblo esté mejor parado. Que crea. La Pastoral Social debe hacerle sentir a los trabajadores que hay situaciones que se pueden mejorar y derechos que se pueden conquistar”.
Para contextualizar los momentos que Alfonso Baeza colaboró con el Movimiento Sindical, hay que decir que el Bando Militar N°12 del 17 de septiembre de 1973 canceló la personería jurídica de la CUT y mediante el DL 133 del 13 de diciembre de 1973 la disolvió e incautó sus bienes; entremedio, la dictadura había eliminado los pliegos de peticiones, los permisos sindicales, suspendido los convenios colectivos, los reajustes salariales, restringido las reuniones sindicales, despedido, detenidos y/o fusilados a miles de dirigentes sindicales, y es en este cuadro de represión generalizada, que Monseñor Alfonso Baeza asume el año 1977 la Vicaría Pastoral Obrera y de inmediato sobresale por su apoyo a la causa de los trabajadores.
Su aporte fue fundamental para reorganizar el Movimiento Sindical, por ello, en breve tiempo se ganó el cariño y gratitud de los trabajadores y sus familias.
No obstante, los méritos de monseñor Baeza no solo se restringieron al ámbito sindical.También destacó como defensor de los Derechos Humanos y -en virtud de sus capacidades de diálogo y ascendencia moral- fue además, un permanente mediador de conflictos sociales.
Vemos partir un chileno ejemplar, que consagró su vida a buscar la justicia social, la libertad, la verdad y la reconciliación, por lo mismo, a pesar del dolor, solo caben agradecimientos para él y apoyo a su familia.