Del 18 al 28 de marzo es una fecha clave porque los/as líderes del mundo se reunirán nuevamente en Naciones Unidas para negociar un Tratado de Comercio de Armas (TCA) que logre regular las transferencias irregulares de armas.
En julio del año pasado se celebró una gran conferencia para acordar un tratado, pero lamentablemente, por presiones de Estados Unidos, seguido por Rusia y China, no fue posible llegar a un consenso. No parece casual que estos tres países estén entre los 5 mayores comerciantes de armas en el mundo. Y un ejemplo concreto: Rusia es según informes, el mayor proveedor de armas de Siria, y pese a la situación mundialmente conocida en dicho país, se niega a detener los suministros.
El TCA es en este momento un proyecto de texto que aspira a crear criterios y reglas comunes para regular mejor el flujo internacional de armas. El objetivo final: reducir el sufrimiento humano.
Las cifras hablan por sí solas. Alrededor de un millón de personas murieron como consecuencia directa de conflictos armados entre 1989 y 2010. Se calcula que un promedio de al menos 200.000 personas murieron cada año como consecuencia indirecta de conflictos armados. Una persona cada minuto.
Y a fines de 2010 había más de 43 millones de personas desplazadas en todo el mundo debido a los conflictos armados y la persecución. Un 42% de los asesinatos en el mundo los cometen individuos y bandas delictivas con armas de fuego. Al menos 55 grupos armados y fuerzas gubernamentales usan a niños y niñas soldados, que según informes han participado activamente en conflictos de 19 países desde 2011.
Por otra parte, en 2010 el valor total de las transferencias internacionales de armas convencionales en el mundo fue de aproximadamente 72.200 millones de dólares estadounidenses. Sin embargo, sólo 35 países publican informes sobre transferencias de armas convencionales y 25 ofrecen datos sobre entregas reales.
La conclusión es clara: se necesitan criterios comunes para que los Estados asuman la responsabilidad de las armas que suministran. No deben transferirse armas si existe un riesgo sustancial de que sean utilizadas para cometer o facilitar violaciones a los derechos humanos. Debe existir un sistema acordado por todos los gobiernos para la presentación de informes y la realización periódica de reuniones de seguimiento, en el que la presión mutua sea la herramienta que permita a los líderes mundiales determinar si están actuando de manera responsable.
El mundo necesita un Tratado de Comercio de Armas. Un Tratado puede disminuir el sufrimiento humano.
La lucha por un TCA comenzó al principio de la década de los 90. Casi un cuarto de siglo después, estamos cerca de tenerlo.
Es cierto que el tratado que se apruebe no será perfecto. Abarca solo las transferencias de armas entre países (no las ventas internas en cada país), y no va a resolver el problema del uso indebido de armas. Pero es un comienzo, un hito histórico que llena un vacío en el ordenamiento jurídico internacional para dar mayor seguridad a todas las personas.
No se puede seguir esperando. Confiamos en que no será necesario que mueran millones de personas más para que los/as líderes despierten y tomen medidas firmes para controlar debidamente las transferencias internacionales de armas.