Constituyó una desfachatez increíble lo anticipado por Claudio Borghi, DT de la selección nacional de fútbol, en la víspera del encuentro con la selección de Perú en Arica, cuando señaló que uno de los dos objetivos de ese encuentro era encontrar un sistema de juego para la selección. El otro, probar jugadores jóvenes.
El técnico, (pero poco) reconocía que después de 13 meses a su cargo, la selección no tenía un sistema o forma de jugar que lo identificara. Por lo menos, reconoció lo que ya todo el mundo (o casi todo) advertía, que la selección no jugaba a nada, no tenía un elemento destacado en su accionar, algo que la identificara. Un equipo de ataque o defensivo, o mixto.
O un elenco veloz, de constantes contraataques o un cuadro de toque y movimiento del balón. El desorden era el signo que predominaba, revelando incapacidad táctica de conceptos y un trabajo serio y responsable, pese a haber tenido largos períodos de concentración, como en la Copa América.
El armazón del equipo eran las individualidades, la libertad para hacer lo que a cada uno se le ocurría. Afortunadamente, el nivel personal, la capacidad es más que aceptable. Y ello ha permitido que tras 19 encuentros ganara 7, perdiera 6 y empatara otros seis. Muy poco para un equipo, cuyos jugadores (la mayoría) se desempeñan en importantes equipos del mejor fútbol del mundo.
El partido con la modesta selección de Perú era la ocasión para reivindicarse. El resultado era esperable, como ocurrió (3-1), pero el anhelado sistema no apareció. Hasta la mitad del primer tiempo dio la impresión que lo había encontrado, cuando el equipo hizo “pressing” al estilo de la “U”, pero duró sólo eso: 30 minutos. Ni mental, ni físicamente, están preparados para marcar y atacar como los campeones de América.
Y entonces, de los atisbos de orden e idea de un sistema, se pasó a un segundo tiempo en que el desorden y las individualidades eran lo llamativo. Por eso quedó muy contento con la actuación de Puch y Flores (?), que jugaron media hora cada uno.
El iquiqueño, disfrutó con sus enganches y su ubicación en cualquier lugar del campo, pero nada en defensa. El segundo, igualmente, nunca marcó o se desmarcó. Corrió- meritorio- sin claro destino.
Y terminó sus lamentables desaciertos, ubicando a Andía como marcador de punta derecho, quién lo hace de central izquierdo en la UC. El desconocimiento del puesto fue causa del gol peruano. Un enganche suave a la entrada del área de Yotún permitió un pase a Galliquio (defensa), muy sólo en el centro del área de la zaga nacional, a quien le bastó tocar el balón para anotar.
Y Andía que se esforzó para hacerlo bien y lo logró, lo sustituyó por el zurdo Sebastián Toro, totalmente aproblemado con el manejo de los punteros izquierdos peruanos, al no saber utilizar la pierna derecha.
Así también, la prueba con Domínguez y Casanova como defensas, otorgó por su altura y la de Andía, más seguridad en los centros, pero muy poco más. La prueba a Leal no fue descabellada, pero Millar no respondió como atacante.
Hubo un inobjetable triunfo, pero no se alcanzaron los fines buscados. Es de esperar que lo logre antes de terminar las clasificatorias para Brasil 2014 o antes de la Copa América 2015 asignada a Chile.
Para alcanzarlo necesitará un curso muy pronto sobre sistemas de juego y ubicar a los jugadores que llame a la selección en las posiciones que ellos juegan y dominan. O de lo contrario, los hinchas seguirán sufriendo más que disfrutando con su desempeño