Esa imagen que tenemos del llamado paraíso terrenal cuando nos explican la creación de nuestro planeta, se me vino encima cuando el plantel de Universidad de Chile celebraba con las 3 copas obtenidas en este 2011.
Cientos de imágenes y datos pasaron rápidamente por mi cabeza repasando esta temporada de fuerte color azul. Y la conclusión es una sola: el sueño del paraíso futbolístico se hizo realidad.
Ver a un equipo con una tremenda convicción en desarrollar una propuesta de juego de ataque permanente, de gran coordinación en sus movimientos para avanzar y retroceder, con grandes intérpretes en todas sus líneas, con estética en sus movimientos y además con resultados a nivel local e internacional.
Por muchos años se dijo que eso era imposible, que cuando el Colo Colo 73, el Cobreloa de los 80 o la Católica del 93 perdieron finales de la Libertadores por ir al frente, eso era exclusivo para brasileños o argentinos.
Ahora la historia por suerte siempre nos ayudará para exigir que sí se puede ganar con esos parámetros. Me atrevo a decir que casi los mismos del Barcelona de Guardiola.
El fútbol chileno, que muchos califican de mediocre, ha tenido una seguidilla de señales que vuelven a indicarnos que la materia prima existe y que se puede apostar a competir con los mejores de tú a tú.
El Colo Colo de Borghi, la Sub 20 de Canadá, los jóvenes de Toulon, la selección adulta de Bielsa, la U y la UC avanzando bien arriba en la Libertadores y ahora los azules liderados por Sampaoli.
Todas estas dinámicas y procesos han ido mejorando el nivel interno y hoy se expresa a fondo con la Universidad de Chile. Es un equipo atrevido que deja todo en la cancha con buenas maneras.
Fue en un proceso corto de una temporada, donde se alcanzó un rendimiento SOBRESALIENTE. Esto vuelve a decirnos que el fútbol tiene una y mil fórmulas para llegar a lo más alto.
José Rojas y Matías Rodríguez son los únicos que arrastraban titularidad desde el 2010.
Después coincidieron distintas capacidades y trayectorias para armar un equipo formidable donde cuesta elegir al mejor de todos.
Herrera fue tan ganador de partidos como Eduardo Vargas. Uno atajando remates imposibles y el otro anotando en jugadas y momentos increíbles.
Los tres del fondo, Osvaldo y Marco González más Rojas, siempre concentrados, rápidos para anticipar, fuertes en el juego aéreo y avanzando en la misma medida que los delanteros.
Los volantes merecen una estatua. Afinaron movimientos a la perfección para achicar espacios presionando al rival con gran intensidad y luego de recuperar la pelota, impresionante movilidad para darle vida al ataque.
Marcelo Díaz y Aránguiz fueron los cerebros para generar juego; Rodríguez y Mena los incansables por las bandas. Todos siempre dispuestos a buscar el gol.
En ataque, Vargas fue el más determinante y se hizo amigo de la red en el segundo semestre. Tiene mucho para seguir creciendo.
Canales se subió a la titularidad en Buenos Aires frente a Arsenal. Entendió que hay que poner las capacidades para el equipo. Castro, un fórmula uno con carrocería de camión, lo aguanta todo.
Sampaoli aprovechó lo que varios ya habían asimilado con el estilo Bielsa en distintas selecciones o grupos de sparring. Fue una ventaja para afinar al máximo esa idea. La repetición del sistema te puede llevar a la perfección.
A la “U” hay que aplaudirla y recordarla por siempre.