El diario Olé, el principal periódico deportivo de argentina, publicó en su portada un montaje de Messi caracterizando a Gardel, bajo el título de “Es Argentino”.
Cuando cayó la noche oscura y silenciosa sobre Santa Fe, y “El cementerio de los elefantes” cobraba otra víctima, el chistecito le pasaba la cuenta a todo un país que soñaba con alzar la Copa en el Monumental de River y en vez de eso tuvo que presenciar un capítulo más de la leyenda uruguaya.
A los charrúas ya no les alcanza el calendario para conmemorar las hazañas de su enorme garra. Y así será como el 16 de julio deberán compartir el Maracanazo y esta eliminación que la albiceleste que duele tanto como aquella de 1987, donde con Diego Maradona recién entronizado como campeón del mundo en México, tuvieron que convertirse en espectadores de su propia fiesta.
Cuando abandonábamos Santa Fe para dirigirnos a San Juan, el avión que trasladaría a la selección de Batista reposaba en la losa solitario y triste, ante la ira y el asombro de un pueblo que se manifestaba en la televisión y las redes sociales.
No pueden creerlo: un grupo plagado de estrellas a nivel mundial que no pudo amalgamarse en un equipo decente. Sólo le ganaron a los juveniles de Costa Rica y ese es un premio muy pobre para una nación siempre hambrienta de gloria.
De las muchas cosas que alcancé a escuchar ante de subirme a este avión que cruza la patria devastada en medio de la noche, es que Julio Grondona debe ceder en su orgullo y darle paso a un eterno enemigo para que se haga cargo de la selección. La mayoría –ante la partida de Bielsa a Bilbao- quiere a Carlos Bianchi en el banco.
Problema de ellos, gloria para Uruguay (que deberá medirse ante los “pragmáticos” ejecutores del Perú de Markarián) y a pensar en Chile, que ahora se mide contra lo que los venezolanos califican como “la mejor selección de toda su historia”.
Esa que se escribe con épica, sangre y fútbol.
Llegó el momento de soñar con nuestra propia leyenda, con un grupo que invita a soñar.
¿Estará tocado por la vara de los elegidos?
¿Nos cantará, alguna vez, ese Gardel que hoy se fue para Montevideo?