Los billetes argentinos son tan viejos que parece que se van a deshacer. Acostumbrados como estamos a las lucas nuevecitas, cuesta habituarse y aceptar estos papeles parchados con scotch, con pedazos menos y casi sin tinta.
También a las acequias que cruzan las veredas, para desaguar las lluvias –que hace mucho rato no caen- y regar los miles de árboles que convierten a Mendoza en una ciudad llena de parques y plazas.
Grata, apacible y acogedora a no ser por el colapso perpetuo que significa la presencia masiva de hinchas. No sólo chilenos, sino también peruanos, mexicanos y uruguayos.
Cuesta conseguir un auto, retirar las entradas, ser atendido en los restaurantes, conectarse vía celular o Internet. Muchos fanáticos pujan por arrendar una pieza, o aunque sea un patio para pasar la noche, lo que ha redundado en déficit de gas y combustibles, que demandan largas colas.
Para peor, tembló. Cortito y suave, lo que no significó ni cosquillas para los chilenos, pero sí mucha alarma para los argentinos.
En el Hyatt, los jugadores juegan ping pong y, de tanto en tanto, miran hacia la Plaza de la Independencia donde siempre hay hinchas y curiosos.
En esta Copa América se repite la tendencia de los gritos, del Vamos Chilenos (que no ha podido ser reemplazado en más de una década) y un fenómeno que es nuevo: encontrar a la sucesora de Larissa Riquelme, la reina de Sudáfrica que vino muy tapada a ver a los paraguayos.
Señoritas peruanas y mexicanas que han tirado los escotes y los celulares encajados entre los senos batallan para ganarse fotos y notas televisivas y los sucedáneos del Pulpo Paul hasta ahora no dan la medida: todos han fracasado.
El problema en Chile hoy es cómo reemplazar adecuadamente a Matías Fernández, quien pese a los reparos ha sido titular indiscutido con Bielsa y Borghi. Y las cartas son tres: Luis Jiménez, Jorge Valdivia y Esteban Paredes, cada uno con sus matices.
Valdivia hace mucho rato que no juega un partido completo, y su real estado está en duda. Jiménez es más frontal, en una cuerda que podría chocar con la de Alexis Sánchez. Y si entra Paredes, sería el tocopillano el que tendría que engancharse.
Son las dudas que rondan a Claudio Borghi en la antesala de un partido clave en las aspiraciones de ganar el grupo.