El fútbol volvió a ser el deporte de los “imposibles”:
- en 6 meses la U plasmó una propuesta técnica clara y con convicción
- en el mismo lapso la UC desarmó un equipo que ganó el título del 2010
Estas ideas centrales son las que pueden explicar la definición del Apertura con un 2-0 a favor de los cruzados en la ida, y con el 4-1 para los azules en la vuelta.
En general el mundo futbolístico (medios de comunicación, entrenadores y jugadores) avalaron y explicaron el planteamiento táctico de la Católica en el primer partido. Se argumentó que fue “inteligente” y que no importa ser calculador y mirar de lejos el arco rival.
A Sampaoli le enrostraron su audacia y persistencia en ir al frente, fue caricaturizado como “ingenuo” para afrontar una final.
Los futbolistas de Universidad de Chile se han cansado de mencionar como causa de su vuelta olímpica el apoyo de los hinchas. ¿Cuántas veces he visto perder a Colo Colo en la Libertadores con estadio lleno y con sus seguidores creyendo ciegamente en el triunfo? Los jugadores de la U son los grandes responsables de la remontada.
Un equipo azul todavía en proceso de formación ante una nueva propuesta técnica y a un plantel en constante movilidad con entradas y salidas de jugadores. Eso sí juntando a los mejores jóvenes del medio local: Eduardo Vargas, Aránguiz, Mena y Castro. La experiencia está en Herrera en el arco, José Rojas y Guillermo Marino.
El técnico Sampaoli tendrá que pulirlo en todas las líneas, pero el futuro se ve muy prometedor. Para mejorar, la velocidad en la zona defensiva; el retroceso de los volantes donde Charles Aranguiz tendría que ser el volante central; la regularidad de los delanteros especialmente la de Canales.
Los grandes nombres azules desde mi óptica fueron Eduardo Vargas que fue de menos a más, alcanzando un nivel como para estar en la selección. Tendrá que encontrar el equilibrio entre los pases gol y la llegada a la red.
Aránguiz llegó mejorado desde Argentina. Lee y anticipa el partido como pocos y tiene para llegar al área rival. Finalmente Guillermo Marino, que pasó de descartado a ser el “cerebro”, aporto el toque justo y la pausa para darle precisión al vértigo.
Universidad de Chile salió a buscar las dos finales y encontró el gran premio. La Católica planificó empatar en la ida y perder por poco en la revancha.
El cambio de propuesta ha sido tan radical de aquella UC que dio la vuelta olímpica el 2010 a esta que dejó pasar un título y entrar más arriba en la Libertadores.
Del equipo que ataca desde el primer minuto con duplas por los costados (Valenzuela-Meneses y Eluchans-Botinelli) y dos delanteros (R.Gutiérrez y Pratto), pasó a uno cada vez más retrasado y calculador sin comprometerse con el protagonismo.
La famosa rotación se transformó casi en una prioridad, tanto que en una de las semifinales se dio descanso a 4 jugadores. Increíble. La UC desarmó todo lo que consiguió en el 2010.
Un equipo que salía a ser protagonista y con buen manejo, pasó a ser de reacción y buscando el roce con el rival.
Fallaron muchas cosas en el conjunto de Pizzi, desde las permanentes ausencias de Felipe Gutiérrez hasta el descontrol en el exceso de faltas y tarjetas que fueron ganándose. Si el partido lo plantean esperando en campo propio, hay mucho de lógica que cometerán faltas y llegaran las amonestaciones.
La Católica fue un justo perdedor.