Mis recuerdos de infancia respecto de películas –todavía en blanco y negro- en la transición de los años 50 a los 60, relativas a la Pasión de Cristo, son que Jesús era presentado por actores blancos, de ojos claros, y de hablar cadencioso, corto y preciso. Sus apóstoles reunían más o menos las mismas características y las ciudades de su vida, pasión y muerte estaban reconstruidas a la usanza de la época.
Por cierto, los romanos, siempre malos, eran mostrados con rudas barbas, miradas ásperas y sonrisas burlonas, gozando cada azote al profeta. Ejemplo de esto es la superproducción “Rey de Reyes” en 1961, además, con un gran éxito de taquilla a nivel mundial. En 1963 el director italiano Pier Paolo Passolini escandalizó a Roma con “El Evangelio según San Mateo”, claramente contestaria.
En 1965, EEUU saltó a escena con “La historia más grande jamás contada”, en un tibio intento por mostrar una versión más contemporánea de la historia. Una cinta dominante en América Latina, en 1969 fue la mexicana “Jesús, María y José”, llena de piedad y religiosidad. Con el tiempo, en los años 70 y 80 las producciones fílmicas sobre Cristo no variaron mucho, pero la televisión comenzó a introducir versiones más “liberales”, tratando de contextualizar su historia.
Y el cine se atrevió con versiones más audaces, como “Jesucristo Superestrella”, que rompió las fronteras y acercó a millones de jóvenes al conocimiento de una historia que estaba más bien refugiada en las Iglesias, los colegios católicos y en las sociedades religiosas.
La miniserie anglo-italiana de 1977, “Jesús de Nazareth”, fue un acierto mostrando a un protagonista más humano, más cercano, más cotidiano y a una corte de judíos y romanos no tan malos ni tan buenos, y atravesados por enormes disquisiciones respecto del qué hacer con este personaje.
Martin Scorsese, en 1988, agregará mayor controversia con “La última tentación de Cristo”, en donde el espectador pudo establecer una perspectiva más realista de cómo pudo ser la existencia del profeta y, por lo mismo, con una sensación de mayor cercanía. En 1979 llega “La vida pública de Jesús”, más controvertida y claramente con mayor énfasis histórico. Es una producción que hace pensar sobre el valor religioso de su vida. En la película “Jesús”, en 1999, el demonio aparece caracterizado con vestimenta moderna y el relato de la misma lo hace un narrador romano, “Livio”.
La película americana de Mel Gibson, el año 2004, “La pasión de Cristo”, lejos, es la cinta más conmovedora por su puesta en escena, por mostrar a un Jesús humano, por una reproducción de escenarios y contextos históricos muy concretos y porque logra hacer entender las grandes contradicciones sociales, políticas y culturales que tuvieron lugar en aquellos hechos. Se entiende que son estos aspectos los que finalmente permiten tomar conciencia y comprender los relatos históricos y sobre todo acercar la historia a la realidad, y la realidad a una conciencia distinta.
Por cierto, ninguna de estas producciones estuvo exenta de problemas y críticas. Durante décadas la Iglesia institucional gozó del beneficio indulgente de películas sumamente religiosas y sin contexto histórico. Pero luego tuvo que enfrentarse al hecho de que el cine y la televisión abrieron la historia.
Comunidades de judíos en el mundo protestaron cuando se les presentó como responsables del crimen histórico acontecido con Jesús. Católicos conservadores en el mundo interpusieron todo tipo de recursos para que determinadas películas no fuesen exhibidas, y no faltaron –muchos en realidad- que cuestionaron las tramas, los personajes, las historias y a los protagonistas.
Pero la historia avanzó y hoy, gracias a la suma de estas producciones la sociedad puede saber mejor cómo fue –en realidad- la historia de Jesús y ya podemos comprender que él fue un personaje, que si bien tuvo un protagonismo histórico determinante, no fue ajeno –y esto es lo principal- al contexto histórico que le tocó vivir y a las vicisitudes políticas de su propio tiempo. Gracias a estas películas uno llega a la comprensión de que Jesús fue un profeta y un líder, y como tal, vivió las angustias y sobresaltos propios de aquello y que, probablemente, no estaba en condiciones de retroceder y que su destino estaba trazado de antemano.
Televisión Nacional de Chile, en co-producción con Fox International Channel ha inaugurado en horario premiun del día domingo la nueve serie “Sitiados”, que narra –en síntesis- los sucesos de la cruenta batalla de Curalaba, en Villarrica, entre Mapuche y españoles de la conquista a fines del siglo XVI (1598). El 23 de diciembre de ese año, el Cacique Pelantaro cayó sobre las fuerzas españolas, iniciando la liberación de un amplio territorio al sur de Chile el que luego, a comienzos del siglo XVII fue recuperado por los españoles. El proceso implicó muchas batallas.
La serie ha sido producida considerando diversos matices para generar la convocatoria necesaria: guerra, sangre, sexo, intrigas políticas, drama, banda musical, escenarios naturales y otros no tanto, reproducción histórica lo más cercana posible y la introducción de diversas situaciones simbólicas que han generado controversias diversas, como la calvicie de los “weichafes” mapuche hasta el uso parcial del mapudungun. Recuerden ustedes el impacto de Gibson en la producción “La pasión de Cristo”, en donde todo el guión es hablado en lengua vernácula y eso sí fue un acierto fílmico notable.
“Sitiados” es una serie que está destinada a ser objeto de debate en Chile, no sólo por su producción en sí, sino además por el momento histórico en que emerge. No existe en Chile, previamente, una producción televisiva como “Sitiados”. Es la primera de una serie que esperamos siga ampliándose, como lo fue el tránsito de las películas religiosas de Cristo hasta las versiones más modernas que nos acercaron mejor a su historia. A nivel mundial sólo la película “La Misión” (1986) nos adentró en la historia del descubrimiento y conquista.
Es evidente que “Sitiados” se trata de una serie televisiva a la que le falta mucho para ser considerada una “pieza histórica” en la relación entre Pueblos Indígenas, Estado y Sociedad, pero no es menos cierto que a partir de su exhibición en TVN miles de chilenos sabrán ahora que hubo una batalla heroica en Curalaba y que nuestras tradiciones no son sólo el 21 de Mayo y la gesta de Prat o las batallas de O’Higgins, San Martín y Manuel Rodríguez.
Después del estreno de “Sitiados”, cientos de miles de chilenos que vieron el primer capítulo ahora ya saben que hubo mapuche que lucharon contra la invasión española y que esto no fue fácil de comprender para las fuerzas españolas, orgullosas de su cultura y civilización y ahora entrampados en Villarrica, obligados a defenderse.
Con la serie “Sitiados”, los miles de chilenos ahora también podrán comprender que los Mapuche son personas dignas y orgullosas de su identidad y que el amor también nace en la guerra. Los chilenos conocerán al español conquistador dubitativo –porque lo fue- ante la estrategia; que hubo líderes como Pelantaro, que no aceptaron con facilidad la conquista española y que también hubo líderes como Kurimanque, que se aliaron con los conquistadores.
“Sitiados” no tiene porque ser una pieza histórica exacta o religiosa como las películas catolizadas, o tan desprejuiciadas como “La última tentación de Cristo”. Siendo la primera oportunidad y el primer ejercicio serio de la televisión chilena para mostrar esta parte que los historiadores conservadores de Chile (Encina, Eyzaguirre, Villalobos y otros) escondieron por décadas a los chilenos, ya es en sí misma una valiosa experiencia que ayudará a miles de compatriotas a adentrarse en el corazón de una historia intercultural que nos ha sido negada hasta ahora.
¿Qué fue “Valparaíso mi amor”, de Aldo Francia, en 1969 sino una toma de conciencia para miles de chilenos que vieron esta película en blanco y negro, mostrando la riqueza y sobre todo la miseria de los barrios porteños, y todo puesto en un contexto político y socio-cultural que hoy tiene a esta cinta con un valor de culto?
“Sitiados” tendrá que ser recordada como la producción más importante de estos años en la televisión chilena; disponible para mostrar un episodio histórico, el de una batalla intensa entre mapuche y españoles, en un momento en que la conquista avanzaba a sangre y fuego y fueron los mapuche quienes resistieron, y la historia dominante redujo este hecho casi a la nada…Hasta ahora.
Imagino las tensiones previas a la producción de esta serie. Las batallas en sí no son convocantes, lo es su trama. Y el guión tiene el valor de mostrar momentos relevantes en donde los personajes, en el contexto de una guerra, se desenvuelven como son: seres humanos avasallados, con sueños y esperanzas, débiles y fuertes, con deseos de sobrevivir aun sabiendo que al día siguiente pueden morir.
Para el mundo Mapuche, Curalaba siempre ha estado en el relato de nuestros ancestros, abuelos y padres. Pero nunca había entrado al conocimiento masivo de la sociedad chilena. “Sitiados” logra ese efecto.
Y mañana, más temprano que tarde, vendrán otras producciones y conoceremos más detalles de cómo se fue conformando la historia de esta sociedad pluricultural llamada Chile. Y será entonces el momento para ir exigiendo mayores precisiones y certezas.
¿Y por qué no? También más temprano que tarde, Chile producirá –une película o serie televisiva de larga duración- con su verdadera historia, en lenguas indígenas, con personajes mapuche históricos y con subtítulos en español. Por ahora, felicitaciones al equipo de producción de TVN por la serie “Sitiados”, por el esfuerzo realizado y sobre todo por invitar con esta iniciativa a miles de chilenos a adentrarse en la historia desconocida de Chile.