Pedro Lemebel partió sin el Premio Nacional pero con el cariño y la admiración de miles en todo el mundo hispano hablante y quizás habiendo logrado su mayor victoria al cambiar la mirada de buena parte de la izquierda sobre la homosexualidad.
Recuerdo hoy su Manifiesto Hablo por mi Diferencia, que hizo tragar saliva a la izquierda chilena en 1986.
No soy Pasolini pidiendo explicaciones
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Lemebel propone otra mirada sobre la militancia y el compromiso, muy distinto al hombre nuevo guevarista que no admitía debilidades.
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
El discurso de Pedro enfrentó el imaginario machista de los militantes y de esa sociedad sin medias tintas que soñaban.
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos con destino a un sidario cubano?
¿Nos meterán en algún tren de ninguna parte?
Y sobre todo reivindica su postura homosexual, que la izquierda chilena y latinoamericana condenó al ostracismo durante décadas.
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso con el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseñó la noche detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta se la metieron en el regimiento
Un milico asesino.