Cuando se cumplen cincuenta años de una frase tan contundente como “I have a dream” sentí que yo también debía pronunciar una frase para la historia. Eso es lo que generalmente hacemos los presidentes de los Estados Unidos de América, soltar una frase para el bronce o el mármol y lo único que importa es la frase.
Esto tiene la misma lógica de un “american burger”; el sabor, la calidad de la carne y la lechuga no tienen ninguna importancia. Lo que importa es la forma.
Kennedy en Berlín dijo “ich bin ein berliner” y mi antecesor George W Busch soltó eso de “I´m a war president”. Nadie recuerda la guerra fría pero la frase de Kennedy aún es celebrada, de la misma manera nadie se acuerda de los cientos de miles de muertos de Irak, de los miles de jóvenes americanos que regresaron a Iowa o Michigan en bolsas de plástico y Bush pasó a la historia de la Nacional Rifle Association como “a war president”.
Yo, Barak Hussein Obama, presidente número 44 de los Estados Unidos de América también tengo que decir algo para la historia, y no me está resultando muy fácil hacerlo. Martin Luther King no tuvo dificultades para llegar al “ I have a dream”. La lucha por los derechos civiles gracias a los que soy el primer presidente afroamericano le puso esa frase en la boca.
Todos los negros teníamos un sueño en esa época. A George W Bush no le quedó más solución que auto denominarse “a war president” para ocultar los negocios que Dick Cheney o Donald Rumfeld hicieron con la guerra de Irak, o para no responder a las preguntas sobre dónde estaban las armas de destrucción masiva que, según nuestros boys de la CIA, tenía Sadam Hussein.
¿Quién se atreve a discutir con “a war president”?
Así que para salir del lío consulto en manual de instrucciones de la Casa Blanca que recomienda empezar por una gramática bélica, seguir con algún ataque “selectivo” a algún país que tenga petróleo, pero antes de eso se debe recibir el premio Nobel de la paz. Según el manual esto último es muy importante porque ¿quién se atreve a criticar a un guerrero pacifista? Creo que “I´m a peaceful warrior” sería una buena frase.
El manual de instrucciones de la Casa Blanca aconseja también que, antes de atacar cualquier país, se debe encontrar un motivo más o menos convincente y esto me obliga a revisar algo de la historia reciente.
El 11 de Septiembre de 1973 dimos un golpe de Estado en Chile porque a Richard Nixon le caía muy mal Salvador Allende, debido a que el presidente chileno no padecía de la aerofagia que martirizaba a Nixon, y cada vez que soltaba un pedo en público culpaba a Henry Kissinger. Esto último fue decisivo para que a Kissinger le concedieran el premio Nobel de la paz.
En 1983 Ronald Reagan decidió atacar Grenada en una operación que llamó “Urgent Fury” denominación bastante poética y que sin embargo no bastó para que Reagan lograra el premio Nobel de literatura. Alguien dijo que en Grenada había cubanos, los cubanos producen tabaco, y los americanos somos bastante restrictivos en eso de fumar.
En 1989 George W Bush atacó Panamá. La operación se llamó “Just Cause” , Bush padre también era un poeta incomprendido. Teníamos en Panamá a uno de nuestros hombres en el gobierno, un tal Noriega, sujeto muy dado al consumo y venta de cocaína, que pretendió cerrar la Escuela de Las Américas, una universidad norteamericana en la que se impartían clases de tortura a los militares sudamericanos, y nosotros cuidamos muchos los establecimientos educacionales.
A mí me tocó atacar Libia en la operación “Odyssey Down”, nombre de inconfundible sabor “spiritual”, porque descubrimos que Gadafi era un dictador.
No somos perfectos en América, a veces tardamos en descubrir ciertas cosas.
Y ahora tengo que bombardear Siria, y realmente no sé mucho de ese país, pero tengo claro que no me gustan los pistachos pues se meten entre los dientes y el eterno “smile” americano exige dientes bien conservados.
Pero tengo que inventar una frase que me justifique y creo que ya la tengo: “I´m the boss” . Oh yeah, I´m the boss!!!