30 jul 2013

Rock and lucro, Slayer S.A.

La vida está llena de contradicciones. Y se encarga de mostrárnoslas de las formas más brutales posibles.

Como el Papa del siglo XVI justificaba la invasión de América y la dominación de los indígenas como una justa causa para salvar las almas de los indios. Como la ultraderecha chilena que se presenta ahora como partido político popular y defensor de la democracia y de los oprimidos.

Pero volvamos a lo nuestro.

El rock.

Como lo comenté en la columna anterior, aparentemente el diablo metió su cola y a través de una de sus herramientas favoritas (el dinero) satanizó o dicho de otro modo, se apoderó de todo.

De hecho, se ha apoderado de casi todos los espacios de la vida. Todo vale, se traduce, se pesa y se mide en dinero. Hasta las expresiones que parecen más contrarias al dinero, como la música punk y el rock. Los precios de las entradas de los grandes conciertos dejan en evidencia que hasta los rockeros más rebeldes y antisistema, deberemos rendirnos y tomar créditos para poder pagar nuestro “gustito”.

Y claro, los próceres del rock and roll como Ozzy Ozbourne y Gene Simons (Kiss) ya habían dejado en evidencia que se habían “vendido” al mercado. Lo que resulta muy gracioso pues ambos habrían querido mostrarle al público que le habían vendido el alma al diablo, que eran satánicos, pero de verdad.

Cuando en realidad lo que hicieron, sí fue venderse, pero de otro modo, se vendieron al mercado.

Los dos tienen sus propios programas de reallity show que son éxitos de audiencia y alargaron sus carreras hasta más allá de lo imaginable y se convirtieron en unos ancianos decrépitos millonarios destrozados por los excesos, que apenas logran moverse. Aburguesados. Llenos de dinero e hinchados como cerdos.

Es por esos que los más rockeros, los más extremos o los más estrictos si prefieren, fuimos corriendo la vara hacia el rock más duro.

Primero fue Metallica, pero también fueron acusados de venderse cuando sacaron un video clip para su canción One del álbum And Justice for All en el 87. Y todos nuestros gigantes caían uno tras otro, frente al diabólico poder del dinero. Salvo Slayer.

Claro, Slayer no transaba nada. Cada vez era más extremo, más violento, más preciso y más rápido. El aspecto de Kerry King y Jeff Hanemann lo dejaba en evidencia. Lo suyo era pura violencia. Y los ritmos enloquecedores de la pareja latina Araya y Lombardo, hacían que cada vez que íbamos a ver a Slayer, nos asegurábamos que ahí no había comercio posible. Ahí no habían concesiones.

Un disco como Reign in Blood, de menos de 30 minutos de duración con sus 11 temas que es hoy en día un clásico del metal. Canciones como Angel of Death, Altar of Sacrifice, Postmortem, Criminally Insane y por cierto Raining Blood, ya son parte de la memoria colectiva del metal. La imagen de los cuatro miembros de Slayer tocando cubiertos por una lluvia de sangre está grabada en la mente de todo metalero de tomo y lomo (míralo en youtube).

Cada año nos sorprenden con títulos como God Hate Us All, Show no Mercy, Mandatory Suicide, South of Heaven, Silent Scream, Spill the Blood, Season in the Abyss, Christ Illusion y el último, World Painted Blood, han hecho historia en estos 30 años de carrera musical. De irreverencia y actitud.

Por eso, todos sabemos que cuando te enfrentas a un concierto de Slayer sabes que vivirás 90 minutos de velocidad y violencia extremas. Ahí no hay mercado, ni comercio, no hay transacción posible. Sólo cabe la rendición total.

Entonces vuelven las contradicciones.

Porque la banda que se ha mostrado al mundo como líder de la brutalidad musical, pura, intocable y al margen de toda clase de negocio, se ha revelado como una más de este mundo. Y para mayor contradicción, en Chile. Acá en el final del mundo y el paradigma del mercado salvaje.

Porque fue en Chile cuando Dave Lombardo, su histórico baterista cubano, se enteró de la forma en que se partían los dineros al interior de la banda y no quedó satisfecho. Pidió peritajes contables y sonaron amenazas de juicios y abogados. Y entonces la cosa comenzó a oler a azufre.

Aparecieron los abogados y la carta de despido y la banda de amigos californianos formada en la Bay Area de San Francisco allá por 1980, entre marginados y rebeldes que mezclaron el heavy metal con el punk rock y que son los creadores del trash metal, se transformó en una empresa, una compañía internacional que despide, contrata, reparte utilidades y costos.

Con la muerte de Jeff Hanemann uno de los más virtuosos y subvalorados guitarristas del rock pesado, la banda original quedó reducida a la mitad. Seguramente la contratación de Gary Holt (ex Exodus) y de Jon Dette (ex Testament) no causará mella musical y la banda seguirá siendo lo que es: una mole de velocidad y violencia, indestructible.

Pero esto deja en evidencia, algo que tal vez sospechábamos, que Slayer sí es una banda satánica.Pero en otro sentido, porque Slayer está en poder del diablo, pues se ha transformado en una empresa, una corporación internacional.

Aquello que era sacrosanto y libre de mácula, la pura expresión del espíritu a través del rock, resultó comprado y prostituido por el poder del dinero. Que al final está en todos lados.

Y bueno, pese a esa constatación, siguen las contradicciones, porque igual, aunque todos sabemos esto, vamos a ir a gozar con Slayer que representa la lucha contra el sistema.

Aunque sea parte de el.

Así como los políticos de la ultraderecha que ahora dicen que defienden la democracia y quieren protegernos de los grandes empresarios abusadores, como los sacerdotes que rezan por nuestras almas mientras violentan a menores de edad, como los enemigos políticos que se detestan desde siempre ahora aliados para alcanzar el poder. Aunque sean los mismos de siempre los que nos prometen que ahora sí van a cambiar el mundo.

Los mismos de siempre.

Esta vez, me rindo. Y seré víctima de mis propias contradicciones, porque aunque sea una empresa internacional, y le rinda culto al dinero, estaré esa noche moviendo mi cabeza al ritmo de Slayer. Ah, y pagaré mi entrada a crédito, para rendirme al mercado.

Este es un espacio de libertad, por lo que solicitamos que no lo desaproveches. Contamos con que las opiniones se remitan al contenido de las columnas y no a insultos, ataques personales, comentarios discriminatorios o spam.

Por lo mismo y buscando el buen funcionamiento de este canal de expresión, requerimos de un registro previo utilizando Twitter, Facebook, Gmail o Disqus.

Si tienes problemas para registrarte, haz click acá.

  • JR Martínez Fuentes

    Hay un halo de colectividad en tu visión del “rock y metal” que contrasta con la más básica motivación del género: la individualidad. Te gusta la música, no lo que representa.

    • pablo hales

      JR, la verdad no estoy de acuerdo contigo. creo que el metal precisamente representa lo contrario, la colectividad. “united we stand” como dice judas priest. siempre tras el metal está la idea de la unidad frente a la batalla contra la opresión. tal vez el individualismo está presente en el black metal o en el doom metal, en la idea más “satánica” del rock, más luciferina. pero creo que la idea de fondo del metal es lo colectivo. curiosa diferencia encontramos. interesante debate. ¿en qué fundamentas tu idea?

  • Flavio Galasso

    Sí, es lamentable ver cómo las cosas cambian y cuando uno pagaba precios razonables por un espectáculo donde por 23 mil pesos uno podía disfrutar a Iron Maiden con un show a nivel mundial, o pagar no más de 15 mil para ver a un Amon Amarth lleno de brutalidad, sin maquillaje, como lo es la esencia del metal y el rock, donde sólo vale agitar la cabeza al son de la música, veo con espanto lo costoso que es hoy en día ir a un espectáculo así, dándole la espalda a ese público fiero y fiel que es el chileno. No sé hasta qué punto este aburguesamiento del concierto en Chile se debe a las bandas o a las productoras, pero lo que sí sucede, tomando este lado político y más duro de la columna, es que quizás suceda lo que es la economía en Chile; Que muy pocas personas ganan lo suficiente para gastar mucho, y artificialmente hacen subir los precios, dejando al filo a quienes ganan lo que gana el chileno promedio, tratando de contar las lucas para fin de mes.

    • pablo hales

      ese es mi punto amigo. yo creo que el tema es el país (o el mundo) que hemos construido. donde aceptamos cualquier tipo de respuestas, donde la gente está enloquecida trabajando como bestias para simplemente subsistir y claro: filo me endeudo en varias cuotas para poder gozar con mis próceres (como slayer o black sabath) por que al final es lo mínimo que puedo hacer. es la alienación que describía Marx, pero expresada en el capitalismo salvaje. al final es más diabólico

  • Sebastián

    Ojalá mi comentario se tome de buena manera pues de ninguna forma quiero ofender ni molestar. Sentí que la columna esta de alguna manera fundamentada en el recelo que se tiene con la banda después de la salida de Lombardo, más que en la devoción al dinero. Todos los artistas consagrados deben de alguna forma sustentar su desarrollo artístico a través del dinero, y no por eso debemos tratarlos de “vendidos al sistema”, porque de ser así, tanto Megadeth como Kreator caen en lo mismo. Todos las grupos cobran por los conciertos y esta bien, deben generar utilidades para poder subsistir, y lo hacen desde grupos Black Metal noruegos hasta Thrashers alemanes. Es simple, si no tienen dinero no pueden hacer discos y vivir de ellos.

    Pero también no podemos ser tan cínicos (me incluyo), siempre alegamos de que los conciertos son caros, pero nadie se acuerda de que en estos tiempos la única forma de que ellos generen dinero es en Tour, por que ahora casi nadie compra sus discos, si no que lo descargan por su pagina de torrent mas cercana.

    • pablo hales

      mira, el tema es que no parece que una entrada a iron maiden en Santiago cueste lo mismo que para verlos en Londres. algo anda mal con los chilenos. y la verdad es que el artículo más que una excusa para alabar a lombardo, es una excusa para hablar de las contradicciones. como por ejemplo que en un país en que el ingreso mínimo es de 200 lucas, las entradas populares de un género de música popular sean tan caras y del mismo valor que en países ricos.

    • pablo hales

      Sebastián, de hecho no critico a los grupos, entiendo que es su pega y finalmente deben tener instrumentos, equipos, pasajes, etc. critico al sistema económico que lo ha invadido todo.

  • Cristian Herrera

    Las contradicciones del mercado del rock…ya sea heavy metal…trash metal….rock pesado o el apellido que lleve……sin duda las bandas necesitan girar para tener sustento, para prevalecer, o simplemente para continuar el juego del rock star; lo que no calza es que un chascon de polera negra compre una entrada vip para asistir al show de una de las bandas mas antisistema (al menos en el discurso) como RATM….quien es el que hace la diferencia?…el manager….la banda o la productora que entiende perfectamene el negocio…que sabe que estamos al fin del mundo y que salvo excepciones, podremos asistir una o dos veces al show de gente que quisimos ver siempre…….ahora bien, las productoras nos comocen..y comocen su negocio….y eso implica ser parte activa del sistema que mos invadio para siempre……al final compramos los tickets a trea cuotas precio contado

    • pablo hales

      de acuerdo. mira le puse una respuesta a Rodrigo astete más arriba y va al mismo punto. la forma en que está organizado el sistema pervierte todo. al final el productor local es ahogado por todo el sistema y termina “jugando chueco” y quién paga??? nosotros (el consumidor final).

  • hellhammer

    asi es la cosa no mas con las bandas vendidas al vil dinero, por eso prefiero y admiro mas el metal aleman que nunca se a vendido y nunca se vendera al sistema, aguante kreator, sodom, destruction y tankard que no se han alejado de sus raices

  • Rodrigo Astete

    Lamentablemente para todos…”welcome to the …….show bissnes”, y por lo mismo “the show must go on”.
    Esta bien que cada banda viva mas de las giras ahora que antes, y que ellos cobren precios razonables en general, (me refiero a la banda y su crew, )dependiendo de su “status” , nombre, peso, popularidad, etc dentro del genero , pero a lo que me rebelo es a aguantar que las productoras sigan “robandonos” y nos cobren como si estuvieramos en las vegas, y los espectaculos la mayoria de las veces son tercermundistas (en cuanto a produccion, iluminacion, sonido, puesta en escena etc,)….es cierto es rock, metal etc, pero eso no significa que sea todo básico o con lo mínimo, uno paga la entrada a un “show”, que muchas veces esta sobrepagado…como dice el dicho,” la culpa no es del chancho…..”
    y al parecer hay q ir acostumbrandose a que cada vez los recintos esten a la mitad o 3/4, salvo pocas excepciones…esto no solo dado por la gran oferta de conciertos y estilos, si no tambien por los precios que obligan a priorizar….

    • pablo hales

      claro y lo que es tema para otro debate es el de las productoras. fíjate que junto con los costos tributarios y otros (arriendos, SCD, etc.) terminan obteniendo las ganancias de formas torcidas. ya sea mediante elusión tributaria o vendiendo sus entradas a grandes empresas que las usan para fidelización (tipo compañías de teléfonos celulares) y los únicos perjudicados somos los ciudadanos…. es un temazo, pero de nuevo está metido el mercado.

  • alberto ramirez

    Sí…muchas contradicciones te rondan…y omisiones…muestras tus prejuicios sólo nombrando a la derecha…y que hay de los gobiernos de izquierda que durante 20 años coquetearon con los empresarios, aprobaron hidroaysen, termoeléctricas, justificaron y mantuvieron la equidad social? Crearon el transantiago! Ellos sí nos protegerán? Ts, ts…hay que ver sin prejuicios quién es la más capaz, quién puede tomar mejores decisiones, quiénes son los asesores directos…sólo la verdad nos hará libres…no los prejuicios…acaso si soy alemán soy Hitler?

    • pablo hales

      hola Alberto. y no leíste el final de la columna. te invito a releer el antepenúltimo párrafo (destacado en negritas) y saca tus propias conclusiones.