Cultura siempre ha sido el comodín visible que permitir equilibrar la cuota de genero, la cuota de pluralismo, o bien elevar la adhesión de gobierno con un rostro conocido.
Ya corre la lista de posibles ministros de Cultura para el próximo gobierno de Michelle Bachelet.Entre ellos obviamente actores y actrices pero también gestores culturales productores audiovisuales, académicos y dinosaurios de la institucionalidad cultural del país.
Sin embargo lo correcto es definir primero el desafío, para luego visualizar el perfil. Al sector de cultura hoy, no le da lo mismo quien será este ministro(a), y es muy crítico a las autoridades que en las administraciones anteriores ejercieron este rol, Paulina Urrutia y Luciano Cruz-Coke. Es que no es fácil ser ministro, más si la política pública ya ha logrado construir una base. Sin duda no basta con ser un buen actor o un buen gestor.
Los desafíos.
Nos encontramos en un momento especial para mirar el futuro. Hoy el mayor desafío en cultura será dar vuelta la esquina, ir más allá en búsqueda de los ciudadanos más alejados, aquellos a los que la cultura les llega de vez en cuando. Dejar de mirar sólo a los artistas y mirar al país entero.Subir el nivel cultural del país.
Porque hoy podemos pensar en esto. Ya tenemos bases suficientes para construir un nuevo piso.La política cultural hasta ahora ha estado centrada en los artistas, concentrando los recursos en la producción y creación de obras.
Para lograr esto será necesario tener una mirada más transversal en la dirección de las políticas culturales, creando cruces estratégicos entre cultura y educación con tal de intervenir en forma proactiva y directa en la formación de niños y niñas, desde la pre-escolaridad.
Implementar la educación artística en los planes de estudio, atender a las vocaciones y talentos artísticos de los niños, garantizar espacios para la cultura en los colegios, donde poder ver teatro, películas, piezas de danza o conciertos y asegurar que todos los niños podrán acceder a eventos culturales nacionales.
Avanzar en cultura es desarrollar el país.
También será necesario darle validación a la multiculturalidad de Chile. Hasta ahora nuestra política pública, no solo cultural sino en general, asume en el discurso una cierta diversidad cultural, sin embargo no ha logrado avanzar a la validación de los actores que implican esta diversidad.
¿Cómo forman parte de nuestra política pública cultural el pueblo Mapuche o Rapanui entre otros? Ya algunos hablan de “Ministerio de las Culturas”, pero ¿qué significa esto en concreto?
Nuestro próximo ministro(a) ya no podrá eludir este tema, tendrá entonces que pensar en programas especiales destinados al fomento de expresiones artísticas y culturales de nuestros pueblos indígenas y también en la construcción de espacios sociales urbanos en los que la cultura indígena pueda convivir con los “chilenos” y por cierto incorporar la cultura indígena en la formación escolar.
Por último será necesario dar un paso más avanzado en el acceso cultural. Habrá que incorporar planes nacionales que garanticen a lo largo de todo el país oferta cultural y fomenten demanda cultural. Obras que circulen por todo el país, itinerancias, muestras, ciclos de cine, música no bastaran.
Será necesario implementar un programa que fomente el “consumo cultural” despertando en las ciudadanos una mayor necesidad de asistencia a la oferta cultural.
Será importante para ello destinar recursos en formar públicos, desarrollar audiencias desde la más temprana edad y sin lugar a dudas con objetivos a largo plazo.
La inversión cultural de nuestro próximo gobierno podrá medirse en los próximos 10 años, donde tendremos un país con un nivel cultural más elevado.
¿Qué perfil de Ministro(a) se requiere para levantar estas tareas?
La popularidad como rostro no garantiza nada y además irrita al sector de cultura que tendrá que trabajar codo a codo en esta doblada de esquina, por lo cual sería bueno descartar a un actor-actriz.
Necesitamos una figura territorial, capacitada en políticas públicas, con mucha habilidad política y credibilidad.
Una figura que ejerza un rol de liderazgo tanto a nivel ciudadano como a nivel institucional, ya que probablemente le toque además avanzar en la construcción del Ministerio.Para eso se requiere capacidad de consenso y terquedad al mismo tiempo, frente a un poder político que aún cree que cultura es solo un concierto o los niños cantores de Viena.
Necesitamos un ministro(a) que comprenda a cabalidad la importancia del desarrollo de las industrias creativas como motor crecedor de un sector productivo, pero que por ningún motivo deje de lado el desarrollo de una nueva política de atención a la creación artística y cultural.
Un ministro(a) que tenga además la escasa habilidad de trabajar en equipo, ya que tanta tarea diversa difícilmente pueda ejecutarla una sola persona.
Necesitaremos a una figura “Weinstein 2.0”.