La llegada de la Navidad y el Año Nuevo es, desde hace muchos años, una oportunidad para reforzar la amistad.
En la segunda mitad del siglo XX se popularizó la costumbre de enviar tarjetas de saludos. Cuando ingresé a UNICEF en 1978, aprendí que sus tarjetas de saludos habían surgido a poco crearse el fondo de emergencia, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando una niña regaló un dibujo a quienes le llevaban alimento.
Con UNICEF se hicieron tan populares que artistas como Picasso y Matisse regalaron sus dibujos para apoyar a esta organización de las Naciones Unidas que fomenta la inclusión de la infancia en los planes económicos y sociales de los gobiernos y defiende el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo, a tener nombre y nacionalidad y a recibir la atención de una familia.
Las tarjetas, los regalos, los artistas y equipos de fútbol como el Barcelona, apoyan esta organización que recibe sólo contribuciones voluntarias de gobiernos y personas.
El éxito de las tarjetas de saludos hizo que en todo el mundo instituciones de beneficencia y empresas privadas comenzaran a imprimir la suyas y a venderlas. Ya no solo para Navidad y Año Nuevo. Buscaron todo tipo de aniversarios y celebraciones.
Ahora incluso se envían por vía electrónica, gratis y con música incluida. Las antiguas han ido quedando relegadas y cada vez menos empresas, políticos o familias las envían.
Las originales de UNICEF pasaron a ser una más entre una oferta diversa, afectando su recaudación de fondos, aunque fueron las que masificaron la costumbre de enviar un mensaje de cariño.
Desde esas épocas de batallar por los derechos de los niños yo mantuve el hábito de saludar a mis amistades.
Este año, por vía electrónica, mi mensaje fue: “Se nos va el 2012 y me quedo con la sensación de que cada año que pasa disminuyen las ocasiones para cultivar la amistad, lo que no va con nuestros valores y la calidad de vida a la que aspiramos. Como no quiero ser un navegante solitario he decidido, en esta especial ocasión, imitar a un escritor amigo y regalarles una pequeña obra. Es mi tarjeta de saludo navideño y de los mejores deseos para el futuro. Se trata de un cuento titulado “No quiero ser viola”, que formará parte de un conjunto que estoy escribiendo y que espero presentarles en el futuro. Es un relato corto, apropiado para estas fechas, que puede leerse junto a sus seres queridos”.
Una de las personas que recibió mi regalo fue Manola Robles, editora de este espacio, de quien recibí valiosa colaboración durante los 15 años que fui el encargado de las comunicaciones de UNICEF en el cono sur de América Latina. Ella agradeció el obsequio y preguntó: “¿Y algo para tu espacio en cooperativa.cl?”Entonces pensé que podía hacer extensivo mi regalo a los lectores de esta radio que ha sido el bastión de la democracia, el pluralismo y el periodismo serio.
Quienes deseen leer el cuento “No quiero ser viola”, pueden escribirme a jorgefernandezescritor@gmail.com y les haré llegar el archivo correspondiente.